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Amigos de la casa

Bueno, este año que todo se lleva, hasta el tiempo, ¡también se lleva las reseñas! Así que ante la inminencia de dos eventos como Viñetas Sueltas y Dibujados, corriendo con viento y marea, tres amigos de la casa traen novedades en una nota más rápida que visita de médico, y plagada de frases de otros! Vini, vidi, vici y hasta la viñeta siempre!

Arrancamos con el marplatense Kundo Krunch, que apareciendo con timidez algunos años atrás, a fuerza de talento y compromiso, es hoy uno de los artistas más requeridos y de mayor producción el ambiente independiente. Deuz Tecnicorp es un proyecto co-editado por los sellos Faro Negro y Mitomante, un fanzine hermoso, titulado La reminiscencia de un sistema obsoleto, en formato A5 apaisado (21 x 14,5 cm.) y 24 páginas a color. La historia transcurre en un futuro donde los países ya no son manejados por gobiernos democráticos sino por corporaciones, donde los ciudadanos son también los empleados que llevan estas empresas adelante, y según el puesto y rol que desempeñen en su trabajo es la clase social a la que pertenecen. Allí, tres personajes que desempeñan funciones para una farmacéutica terminan siendo víctimas de los medicamentos que ellos producen. Cómo y por qué es lo que nos cuenta Kundo.

El enrulado Kokin Kokambar viene afiladísimo, y bajo el lema de campaña ‘A todo culo‘, prepara  tres publicaciones nuevas bajo el sello Ediciones Pollofante. Una de ellas -y a la que le tengo más fé- es Culín, un culito como vos, como yo, como todos, un fanzine de 32 páginas, en formato A6 apaisado. A él, se suman,  Historia de un culo y su continuación, Historia de un culo más grande, un cuento infantil ilustrado para niños, todo obra del omnipresente Kokin, con la participación estelar de Verónica Falco. Pero eso no es todo, falta nombrar la colaboración de Kokin, en guión, y Juan Pablo CuriaLocuria Toons-, en el el dibujo, haciendo una revista de tiras cómicas, intitulada Miguel Ángel Buenas Noches, y que tiene la pinta de ser por demás de divertida. Son 28 páginas a color, en formato apaisado. Como pueden ver, hay para elegir.

Para el cierre, están los muchachos de Purple Books, que este año dieron un paso adelante para proponerse como unas de las editoriales más pujantes, tanto por iniciativa como por calidad. Este año editaron Panteras, de Mazzitelli y Alcatena; además de Yo-Nen, de Lea Caballero; y el segundo tomo de Jelly Kid, de Franco Viglino. Ahora, Purple vuelve a la carga con una nueva línea de fanzines, de los cuales el primero es Re-bolt, por completo a cargo de Rodrigo Yoshimiya. La historia se centra en Denki, un joven misterioso que llega a Port Town con el objetivo de encontrar a un individuo conocido como Re-bolt. En su búsqueda, se topa con un escandaloso niño que causa el terror entre los vecinos. Luego de ser víctima en carne propia de las travesuras del chico, Denki averigua que este responde al nombre de Re-bolt. ¿Será este chico la persona a la cual Denki buscó durante tanto tiempo? Esta es la incógnita que se devela en 32 páginas en blanco y negro, con tapas color, en formato 14 x 20 cm. El arte de Rodrigo es cosa seria, están avisados.

Bueno, pocas reseñas esta vez, pero con novedades que prometen! A entrarles sin miedo! El fanzine cumple y la historieta dignifica!

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Lucía Brutta: Música, serigrafía y un millón de historietas

Lucía Brutta, historietista, serigrafísta, editora y melómana.

Lucía Brutta es, tal vez, una de las mejores representantes -dentro del campo de la Historieta Argentina- del espíritu  del fanzine como expresión contracultural. Dueña de un sentido del humor ácido y absurdo, sus historietas navegan entre la crítica social y la parodia. Editora de infinidad de fanzines, sus últimos trabajos, New Mafalda, Un millón de bandas malas, y sus colaboraciones en Zapping, la ubican en un momento artístico por demás de interesante.

Fecha de nacimiento, edad, y cuándo dibujaste tu primera historia

“Nací en Barranqueras, Chaco, en diciembre del 86. Tengo 30 años, pero todavía no me acostumbro. Mi primera historieta la hice en el 2008, para un fanzine llamado Ameba que editábamos junto con algunos amigos pintores. No sabía nada de nada.”

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas? En tu trabajo se nota cierta jugueteo con el pensamiento anarcopunk mezclado con un sentido del humor absurdo y, a veces, escatológico. ¿Qué cosas te interesa contar y por qué?

 

New Mafalda, Marketin’ no cross y Serigrafía para tontos, ejemplos de la producción de Lucía Brutta.

“Fui a clases en la Escuela de Historieta Eugenio Zoppi en Morón, con Cristian Mallea y Ángel Mosquito. Estuve alrededor de un año en el 2010. De historieta me gusta todo lo que llaman Cómic Underground, en un principio Robert Crumb y luego otros ya un poco más jóvenes, como Peter Bagge, Julie Doucet, Charles Burns y casi cualquier autor que pudiera salir en las revistas que editó Crumb, como Zap o Weirdo, y también en otras revistas, como El Víbora.

Todos esos autores hacen humor. Yo intento ser graciosa, pero también me gusta mostrar las miserias humanas, que no necesariamente tienen que ver con lo escatológico. Lo de la influencia anarko punk supongo que es porque voy a ver bandas, pero no es necesariamente ese pensamiento, sino de todas las culturas que se cultivan a partir de los diferentes estilos musicales y que van acompañados por un mensaje. Me gusta la música, la investigo, colecciono vinilos, y es donde me muevo cuando salgo y lo que me acompaña todo el día.”

Ya fue, primer capítulo de Un millón de bandas malas, que fuera publicado en la antología Informe.

¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste y cómo se desarrolló tu trayectoria hasta hoy?

Informe Historieta Argentina del Siglo XXI, una antología curada por José Sainz y editada por la Editorial Municipal de Rosario.

“El primero fue uno que editaba con mis amigos a los 15 años, se llamaba Sr. Alelí y hacía las tapas con collage. Hicimos 20 números. Después siguió Ameba, como dije antes, también con amigos. A partir de que empecé a dibujar historietas, hice el zine Caca, donde ponía cualquier cómic que iba haciendo mientras aprendía a dibujar y narrar.

Después, con algunos colegas editamos la revista Qué Hammmmmbre!, donde la idea principal era hacer un fanzine mejor editado con el formato de tira, como los libritos de Mafalda o las revistas de Paturuzú, donde hubiesen historietas anecdóticas. Además hicimos muchos otros fanzines sin sentido con nombres como Xilocacaína, Contra la pared, Descontrol, Me cago en Dios, Juancito y el lobo, Ideas Alienígenas, El travesti Julieta, La monoteta. Ahora, tengo Zapping, donde solo somos 4 historietistas. En el 2015, participé del libro Informe Historieta Argentina del siglo XXI, con el primer capítulo de Un Millón de Bandas Malas, llamado Ya fue, y colaboro hace unos años con el fanzine La Ponzoña, que es editado por Pablo Horacio Garibaldi -(a) Pablo Ponzoña-, donde publica sus increíbles collages que por lo general incluyen muchas calaveras y parodias sangrientas de publicidades.”

Rock Estar, segundo capítulo de Un millón de bandas malas, a la espera de recompilarse en libro.

Vos fuiste una de las organizadoras del ciclo Venga a Dibujar, que en su momento congregó a una cantidad importante de artistas y tuvo relevancia en el ambiente de la historieta ¿Cómo nació el ciclo, en qué consistían y cuánto duró? ¿Cómo eran esas tertulias? Un fanzine muy relacionado con el ciclo fue Qué Hammmbre!, ¿se generaron además otro fanzines a partir del Venga a Dibujar?, ¿cuáles?

Algunos de los afichas con que se promocionaba el ciclo Venga a Dibujar.

“Siempre pensé que se aprende más de los colegas que de los profesores, entonces se me ocurrió juntarme una vez por semana con gente que hace lo mismo para obligarme a dibujar con periodicidad. La convocatoria era abierta, podía ir quien quisiera, primero lo hicimos con 2 amigos en mi departamento diminuto, y luego nos mudamos a un centro cultural llamado La Vecindad donde podíamos alojar a toda la gente interesada. Hacíamos fanzines de historieta -tipo cadáver exquisito-, que después fotocopiábamos. Más adelante llegamos a sacar Qué Hammmmbre!, donde éramos como 10 dibujantes como Nana Cuevas Otonelli, Lucía Borjas, Martín Lietti, Juan Pablo Valdecantos, Germán Cufré, Sylvia Gómez, Razz, Juan Panno, entre otros”

Uno de tus fanzines más conocidos fue Caca, que tuvo al menos 7 números, más varios suplementos. ¿Cómo surge el fanzine y por qué la elección de un nombre escatológico? En algún momento llegaste a incluir juguetes que se regalaban con los fanzines, algo que continuás haciendo hasta el día de hoy, ¿de dónde surgió la idea?

Caca es mi proceso de aprender a dibujar historietas, así fue que nació. Compilaba todo lo que hacía en el fanzine, de hecho el slogan es ‘Historietas en proceso’. El nombre no tiene muchas vueltas, fue una decisión casi inconsciente, no tiene una explicación profunda. Lo de los juguetes se lo robé a una amiga con la que feriaba en la FLIA, Antonella Adreoletti, ella le ponía papel picado a los pines y cosas que vendía, se las ingeniaba mucho con el ‘packaging’. Aprendí mucho de ella también. Ahora estaba poniendo mi colección de fotos carnet de personas desconocidas que me encuentro, pero ya se me terminaron 😦 .”

Los siete números del fanzine Caca y el Suplemento Garca.

Zapping, editado con tapas alternativas, jugando con los colores de las tintas usadas.

Junto a Razz, Lietti y Valdecantos formaste el Estudio Mafia. Con ellos editás Zapping, tal vez el mejor fanzine de estos tiempos, con tapas serigrafiadas y los interiores a dos colores, trabajados con una máquina Riso. ¿Cuándo formaron el grupo? ¿Cómo hacen el fanzine, qué aporta cada uno? ¿Cómo lo pueden conseguir los lectores?

“Razz, Juan y Martín son amigos que conocí en el Venga a Dibujar, nos mudamos juntos y editamos fanzines de historieta. Lo de la serigrafía es cosa mía, tengo el taller en la terraza de la casa donde vivimos, doy clases y hago trabajos a pedido. La tapa impresa en serigrafía es mi aporte a Zapping, además de las historietas. Muchas gracias por eso del ‘mejor fanzine de estos tiempos’, le pusimos mucha garra y la idea es que vaya mejorando.

Formamos el grupo cuando nos mudamos juntos en el 2014. Martín trajo la máquina Riso a casa y juntos compramos insumos para dibujar e imprimir. Tenemos la incorporación reciente de Daniela Magnelli y Federico Di Pila al grupo, además de una nueva máquina. Estamos en un proyecto ambicioso de sacar Capisci, que ya no es un fanzine sino un libro. ¡Estén atentos a las novedades!

Realiti, de Lucía Brutta, editado por Ernán Ciriani dentro de la colección Burlesquitas.

Zapping se lee en los dos sentidos, en el último número, un lado es de los 90’s y el otro de los 60’s. Aportamos ocho páginas cada uno. Lo imprimimos en la Riso, donde pasamos cada hoja dos veces por la impresora para hacer un color por vez, es muy artesanal. Las tapas y las retiraciones están impresas en serigrafía a dos colores, por lo que tiene un total de cuatro estampas. Se consigue en algunas comiquerías -como Punc, Espacio Moebius y Rayo Rojo, entre otras- y también lo llevamos a ferias. Pueden chequear la información en nuestra página de Facebook.”

Por último, ¿cómo ves el panorama actual de la historieta y el fanzine? Y también, ¿cuáles son tus planes para este 2017 en este terreno?

“La verdad es que no tengo mucha idea del panorama. En la última reunión de Mafia me enteré de varias ferias este año de las cuales vamos a participar. Mi plan para el 2017 es sacar un libro, se va a llamar Un Millón de Bandas Malas, tiene 6 capítulos autoconclusivos. Espero poder sacarlo lo antes posible. Igual pueden ir leyendo casi todos los capítulos en tumblr

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Daniel Perrotta: La ciencia ficción como herramienta

Daniel Perrotta, un inquieto guionista, dibujante y editor.

Daniel Perrotta, también conocido como Gigerama, y que en un principio firmó como Daniel Rojas, es uno de los actores más interesantes en la Nueva Historieta Argentina. Guionista y dibujante, Daniel suele trabajar tanto en solitario sobre sus propias obras, como también en colaboración con otros artistas. Partícipe de algunos de los fanzines más interesantes de los últimos 12 años -como Terror y Ciencia Ficción, Hotel de las Ideas, y Espinazo-, su obra  muestra un especial gusto por lo fantástico y lo mitológico, mezclada con la exploración de la condición humana y una fuerte militancia dentro del colectivo LGTBI. Por talento y producción, es una de las postas ineludibles dentro de la escena independiente actual.

Fecha de nacimiento, edad, y ¿cuándo hiciste tu primera historieta?

“Bueno, tengo 32 años, los cumplí el 4 de febrero. La primera historieta la dibujé los 13. El otro día la encontré, se trataba sobre un protagonista que separaba su cuerpo en varias personalidades, el enojado, el triste, el gracioso, el femenino, etc. Es loco, porque esa historia ingenua tiene cosas que todavía me resuenan.”

Margen de Error, aparecido en 2004, el primer fanzine de Perrotta, cuando aún se encontraba muy influenciado la estética manga.

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas?

“Te cuento primero de mi formación académica. Soy maestro de dibujo por la escuela Rogelio Yrurtia; profesor por el Beato Angélico; y ahora estudio Psicología en la UBA. Si me preguntás por qué Psicología, te diría que tengo una hipótesis. Creo que un autor es más interesante cuando no se cierra solo a su circuito. Experimenta. Experimentar es salir del perímetro. Los autores que más me gustan son los que trabajan un lenguaje mirado con ojos intrusos. Te doy un ejemplo. El director, David Cronenberg, un hombre de ciencia. El tipo no estudió cine, estudió Biología, y se nota esa mirada corporal sobre sus personajes. Por otro lado estudié con varias personas. En narración aprendí mucho de Salvador Sanz, en guión con Diego Agrimbau. Igual considero muy valiosas las devoluciones de mis amigos sobre mi trabajo.

Por último, es difícil hablar de influencias. Es como definir tu identidad, resaltás aspectos, pero en ese procedimiento escondés otros. Supongo que la pregunta me pide que hable sobre aquellas obras que me hubieran gustado que fueran hechas por mí. En cine, La Jetté de Chris Marker. Es un artefacto brillante, tiene el género de la ciencia ficción, pero también la forma vanguardista en que está contada, con esos fotogramas en blanco y negro. En historieta podría decir miles, pero creo que el impacto de leer cuando era chico tanto Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, como Black Hole, de Charles Burns, y más tarde hacerles relecturas y seguir encontrando nuevos elementos; o Los Combates Cotidianos, de Emmanuel Larcenet, son importantes. Hace poco leí Una historia, de Gianni Pacinotti -(a) Gipi-, me conmovió mucho.

Es muy lindo cuando una obra te sorprende, porque uno ya perdió la inocencia de leer algo sin buscarle los mecanismos a las historias, los trucos. Me acuerdo cuando salió el primer capítulo de El Inivisor de Salvador Sanz, tenía 15 años, leí esa historia de 2 páginas y me impresionó muchísimo. Tenía todos los elementos que me gustan de una historia, fantasía y sexualidad. Tuve la misma sensación con El Hombre Primordial, de Mauro Mantella y Germán Erramouspe. Son dos obras que considero fundamentales.”

Números 7 y 8 del fanzine Difícil que el Chancho Chifle, surgido del Taller de Historieta que Salvador Sanz coordinó en el Centro Cultural Julián Centeya durante casi una década, y en los que Perrotta participó.

Desfigurada, una historia paralela al Desfigurado, de Salvador Sanz, con guión y dibujos de Perrotta, en colaboración con Julián Sequeira, aparecida en el número 8 de Difícil que el Chancho Chifle.

¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste y cómo se desarrolló tu trayectoria hasta hoy?

Fenómenos, un desprendimiento de Terror y Ciencia Ficción, apareció en 2006, y fue otro de los fanzines en la producción de Perrotta.

“Cuando iba al secundario empecé a producir páginas para mi primer fanzine, Margen de Error. Era algo amateur, con mucha influencia del manga Seinen de ciencia ficción –Katsuhiro Ōtomo y Tsutomu Nihei-. Era la época de la moda Ivrea de mangas. A los 13 años quedé fascinado por Hans Rudolf ‘H.R.’ Giger, es más, en esa época me hacía llamar Gigerama -era algo así como el engendro de Giger-. Leía muchas novelas de ciencia ficción. Mis favoritos eran Philip K. Dick y James Graham ‘J. G.’ Ballard. En el profesorado conocí a Santiago Mansilla -(a) Santman- y a Emmanuel Enríquez, con ellos formamos Terror y Ciencia Ficción. Hicimos un montón de historietas y muchas nunca se publicaron porque eran a color, o por otros motivos.

Más tarde, los tres fuimos a estudiar guión con Diego Agrimbau. En el curso conocimos a un grupo de compañeros guionistas con ganas de empezar a publicar. Les propuse armar revistas y autopublicarnos, así nació el Hotel de las ideas. Hoy tengo más inquietudes por posicionarme en un tipo de historieta política.”

Terror y Ciencia Ficción, tuvo dos épocas, sus primeros 2 números aparecieron en 2006, mientras que los últimos 2, aparecieron en 2010 y 2012.

Los Gula apareció en el número 2 de Terror y Ciencia Ficción, y formaba parte de una historia más grande que Perrotta desarrolló a lo largo de varios fanzines, con distintos estilos de dibujo.

Perrotta formó parte del curso de guión dirigido por Diego Agrimbau, a partir del cual surgió el fanzine Hotel de las Ideas. Luego de 5 números, el colectivo artístico inició la transición hacia un emprendimiento comercial.

Creer o Reventar, una antología temática autoeditada en 2011, marca el inicio del Hotel de las Ideas como un emprendimiento de carácter comercial. El dibujo de tapa le pertenece a Perrotta.

Tu estilo de dibujo varió muchísimo a lo largo de los años, en tus primeros trabajos, en la época de Margen de error, mostrabas claras influencias del manga; años más tarde, en tu participación en fanzines como Fenómenos y Terror y Ciencia Ficción, tuviste una época muy marcada por la estética de Salvador Sanz; por fin, desde el Hotel de las Ideas en adelante empezás a mostrar una evolución hacia una síntesis más plástica con elementos del cartoon. ¿Este viaje plástico se dio naturalmente o forma parte de una búsqueda consciente? ¿Te llevás bien con tus trabajos más tempranos? ¿Qué cosas te interesa contar en tus historias?

“Los cambios de estilos y materiales son parte de una búsqueda. Tengo una postura más deleuziana. Hay un devenir, un movimiento nómade como autor. Trato de no estancarme en una identidad. Es muy cierto lo que decís, tengo una producción muy variada y me encanta. Me interesa narrar historias de lo marginal. Lo que esté siempre en el borde de lo humano.”

Además tenés una actividad como guionista. De hecho, con Emmanuel Enríquez formas una de las duplas creativas más duraderas del medio independiente, con él hiciste no solo historias cortas, sino también una novela gráfica a color, Lo subterráneo, y tienen una más en camino, Mapudungun. ¿En general, cómo es trabajar en dupla? ¿Y con Emmanuel en particular? ¿De qué tratan Lo Subterráneo y Mapudungun?

Lo Subterráneo, de Perrotta y Enriquez, junto a Contatiempos, de Érica Villar, marcan el ingreso del Hotel de las Ideas en el terreno de la distribución comercial.

Lo Subterráneo habla sobre la tensión entre opuestos -como hombre y mujer-, con tintes sobrenaturales. El título hace referencia a dos textos de freudianos fundamentales: Lo Inconsciente y Lo Siniestro. En Lo Subterráneo traté de agrupar varios conceptos psicoanalíticos. Para el psicoanálisis hay una idea topográfica donde lo que está en la superficie es lo consciente, y lo que está por debajo representa a todo lo reprimido -lo inconsciente-. Eso se ve claro en las casas de Estados Unidos, donde se guarda en los sótanos todo aquello que no se usa pero se quiere mantener como recuerdo -objetos de la infancia, por ejemplo-. Ellos juegan bastante en el género terror con el elemento del sótano, como si se tratara del lugar siniestro de la casa. Ubiqué mi historia en Capital Federal, e imaginé que si en la superficie está todo lo socialmente aceptado, todo lo masculino con sus edificios fálicos, su sol luminoso -el sol es un símbolo masculino/apolíneo de la razón-, y su civilización moderna; por otro lado, está lo subterráneo, lo reprimido, lo femenino/dionisíaco, la oscuridad/luna/lunática, lo instintivo, la cultura primitiva. Me pregunté qué pasaría si todas las mujeres de Capital, hartas de la opresión machista, destruyeran con su pulsión sexual –Trieb– toda la ciudad, y de esa energía destructiva emergiera así algo distinto. Tengo la idea de hacer una segunda parte, llamada Lunática, donde todo es oscuridad. Si Lo Subterráneo pasa entre Flores y Caballito, la historia va a correrse hacia adentro del Zoológico de Buenos aires, en Palermo. Va a ser un interpretación de un texto de Freud llamado, Tótem y Tabú, que habla sobre la horda primitiva.

Las primeras 10 páginas de Lo Subterráneo, la historia fue publicada por primera vez de manera online en el blog Cuadritos, de Andrés Valenzuela.

Mapudungun, con guion de Perrotta y dibujos del siempre talentoso Enriquez.

Con Emmanuel, también hicimos una adaptación a historieta de 48 páginas a color de Hamlet, publicada por Aguilar. Trabajamos armónicamente en equipo. Es un dibujante que traduce el espacio como pocos. Tenemos varias historias por hacer.

Trabajar en equipo es algo que me gusta mucho. Cuando colaboro con alguien esa persona le agrega su personalidad al trabajo. Me siento muy cómodo siendo solo guionista o solo dibujante, aunque también creo que hay historietas muy personales, y ahí uno debería ser autor integral.

Mapudungun es la historia de Nahuel, un mestizo mitad mapuche, mitad winca -blanco-. La leyenda del diluvio mapuche se vincula con el protagonista. Habla de un mito de origen. Tenemos pensado hacer una tercera historia sobre culturas antiguas. Lo subterráneo ocurre en el centro, Mapudungun trancurre en el Sur, y la próxima va a estar ubicada en el norte de la Argentina.”

Además de la ciencia ficción, la fantasía y el terror, tus trabajos siempre tienen un eje en las relaciones interpersonales y afectivas, donde por lo general también tratás temas cercanos a la militancia LGBT. ¿Qué cosas te interesa contar? Y también, ¿cómo ves al medio de la historieta, al que siempre se lo tildó de machista, con respecto a este tipo de temáticas?

Secuencia de El lenguaje de las palomas, con guion de Farías y dibujos de Perrotta.

“Como decía antes, me interesa el borde de lo humano. Eso hay que extrapolarlo a nuestra sociedad. Hay un modelo de humano, es hombre, blanco, heterosexual, cuerdo, universitario, clase media y, agregaría acá, porteño. Todo lo que se vaya alejando de eso pierde grados de humanidad. ‘Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros’, escribió George Orwell en el final de Rebelión en la Granja. Entonces estemos del lado de la minoría, contemos sus historias.

Todos sabemos que la historieta todavía tiene machitos anacrónicos. Los escuchamos hablar sobre las mujeres, gays y trans, lo que hay que hacer es fugar de ahí. Por suerte cada vez quedan menos. Lxs nuevxs autores traen frescura al ambiente. La historieta es un lenguaje muy rico, está en nosotros agenciar diversidades en los personajes.”

Por último, ¿cuáles son tus planes para este 2017 en el terreno de la historieta?

“Este año estoy armando un libro de perfiles de homosexuales argentinos. Varios basados en activistas. Además, tengo un proyecto de temática gay con Facundo Soto de guionista. Por otro lado, estamos armando con Emmanuel y Santman un grupo de historias distópicas. Con cierta impronta en el estilo de la serie Black Mirror, pero buscando un verdadero contenido político -que, creo, la serie no lo tiene, o sea no es un 1984, por nombrar alguna obra de ciencia ficción realmente política-.”

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Carina Altonaga: Relatos al filo de la noche

Carina Altonaga, una artista con talento y capacidad de trabajo.

Si bien Carina Altonaga tiene varios años de trayectoria tras de sí, un paréntesis de varios años hace que hoy se la percibe como una más de las nuevas autoras que en los últimos años han surgido con fuerza, dispuestas a contar historias de género pero con un toque personal y autoral distintivo. Dueña de un talento innato para el dibujo, es capaz de trabajar tanto en solitario, sobre sus propias historias, como en colaboración.

Fecha de nacimiento, edad, y cuándo dibujaste tu primera historia.

“Nací el 9 de Febrero del 76, tengo 41 años. Siempre me gustó dibujar, de chica dibujaba mis cuentos, que de a poco se convirtieron en historietas. Estudié varios años en Bellas Artes, aunque fui una estudiante complicada, ya que en las clases de dibujo me aburría muchísimo y nunca tenía los trabajos que pedían, quería aprender a hacer historietas, que es mucho más que dibujar, es poder contar historias, agregarle movimiento a mis dibujos.”

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas? ¿Qué géneros te interesa trabajar y qué historias te gusta contar?

Número uno de Papel Pesado, editado por Fabián García en 1994, donde apareció la historieta Bajo el Signo del Mal, el primer trabajo de Carina.

“A los 16 años, mientras cursaba diseño gráfico en la EMBA de Quilmes, conocí a Oscar Capristo, que daba historieta, aprendí muchísimo siendo su ayudante. Él me enseñó a amar esta profesión en sus clases, en una época muy distinta en lo que se refiere a la elaboración. Era un trabajo arduo, no existían los programas de diseño. Generalmente hacía mis propias historias, si bien había hecho algunas pruebas con guiones pero no quería trabajar así, era muy cabeza dura.

La primera historieta que llegó a mis manos fue a los ocho años, Vampirella, y después la Creepy y The Crow, creo que fue lo que más me influenció al comienzo, no sólo por lo gráfico sino también en los temas que me interesaba trabajar. Siempre compré libros de historietas por los dibujos, por los dibujantes que me gustaban, de ahí que el realismo es el estilo gráfico que más me gusta. Durante años trabajé sólo blanco y negro, y de la forma tradicional, mucho rotring, pincel y tinta china, el color me demandaba mucho tiempo, así que iba alternando con grises.

Creo que los temas en la historieta argentina nos mantenían a las mujeres en general, ya sea lectoras y dibujantes un poco apartadas, ahora veo que se abrió más el juego: son más las chicas que hacen historietas, no sólo ilustradoras. En mi caso, elegí hacer género de terror, porque fue lo que siempre me atrajo, crecí en un hogar donde se contaban muchas de esas historias, es lo que más consumo y de lo que me gusta escribir.”

Las ocho páginas de Bajo el signo del mal, con guión y dibujos de Carina Altonaga.

Uno de tus trabajos más viejos fue para el fanzine Papel Pesado, de Fabián García ¿Fue ese el primer fanzine del que participaste? ¿Cómo fue aquella participación en Papel Pesado? Después hay un bache bastante grande hasta que aparecés en el blog de La Duendes, ¿Cómo te uniste al colectivo y cómo es la dinámica de trabajo con ellos? También, ¿qué trabajos presentaste en el blog?

Malvinas y Crónicas del Hombre Frío, dos publicaciones de La Duendes, en donde Carina colaboró de la mano del guionista Pablo Barbieri.

“Sí, el primer fanzine fue Papel Pesado, a principios de los noventas, ahí colaboré por primera vez en una revista. Algunas urgencias económicas hicieron que abandonara el camino de la historieta y probara trabajando de otras cosas, aunque a la larga fue peor porque tampoco podía dejar de dibujar horas y horas por día, aunque fuera para mí.

En ese momento, no existían las redes como hoy, por lo tanto, presentar tus trabajos y generar continuidad no era fácil. Con los años fui haciendo mucho material, pero no lo intentaba publicar, cuando apareció Internet me fui conectando poco a poco y haciendo mi blog para incluir mis trabajos, mandando a algunos blogs de cómics también, como La Duendes. Ahí me subían una página completa por semana, o alguna ilustración, y pude incluir cosas que nunca había presentado, algunas historias de terror que transcurrían en distintas épocas en Buenos Aires, sobre la fiebre amarilla, de vampiros y esas cosas.

Fue una excelente propuesta, y conocí mucha gente, entre ellos a Pablo Barbieri. Con él hicimos un par de trabajos de pocas páginas en La Duendes. Nos llevamos muy bien trabajando juntos, yo le pido un tema y en seguida nos ponemos a trabajar. También al mismo tiempo, se publicó un trabajo con Damián Connelly, Severina, una novela de terror gótico-erótico, el tema era el amor y el canibalismo, también me gustó mucho hacerla.”

Judith, con guion y dibujos de Carina Altonaga, una de las historietas publicadas en el blog de La Duendes.

A través de La Duendes, formaste dupla artística con Pablo Barbieri, con quien, después de algunas historias cortas, hiciste una obra de envergadura, por su extensión -96 páginas- y su temática, El petiso orejudo. ¿Cómo surgió la idea? ¿Cuánto tiempo les llevó terminarla? ¿Cómo manejaste la ambientación histórica? Y también, ¿qué repercusión tuvo en los lectores?

El petiso orejudo, de la dupla Barbieri – Altonaga, publicado por Loco Rabia en 2016, una de las obras más interesantes de los últimos años.

“El proyecto me lo acercó Pablo. Venía investigando el tema hace años, y juntó un sin número de datos totalmente inéditos hasta hoy. También así llegó a derribar muchas versiones falsas o exageradas sobre la vida de este personaje. Pablo prefiere hacer historietas de contenido biográfico, de documentación, así que por trabajos previos pensó que teníamos que hacerla juntos. Sin embargo, yo tenía mis dudas de hacerla en un principio, no por situarse en principios de siglo 20, ya que las historias de época son mis preferidas, sino el problema para mí estaba en la forma de contar gráficamente hechos tan aberrantes con niños, así que intenté dar un enfoque distinto. Sabía que era imposible evitar imágenes fuertes, después de todo, es un personaje de culto, y como tal, sus seguidores estarían buscando el detalle, lo que siempre habían leído, entonces el límite entre lo morboso y lo documental era muy delgado.

De referencia, usé fotos de archivo y hasta los informes forenses de los peritos psiquiatras que intervinieron. Tuvimos que recurrir a la imaginación y al contexto para armar algunos personajes secundarios, pero en el caso de los fondos si bien se utiliza cualquier foto de esa época de referencia, en su mayoría, usé fotos de los expedientes reales , y hasta alguna se encuentra entre las páginas del libro, esas primeras fotos que forman parte de nuestra historia de la criminalística, los comienzos en el sistema de identificación de Vucetich y la criminología utilizando los estudios antropométricos -las medidas del cuerpo-, para determinar la predisposición a un crimen de una persona. La novela completa llevó tres años en total, con algunos contratiempos.

Una página de El petiso Orejudo.

En principio, la hicimos en blanco, negro, y grises, pero después me animé a pasar a color algunos capítulos para presentar en distintas editoriales. Por mi parte, fue la primera vez que hice un trabajo tan extenso, mis guiones siempre andaban en las 40 o 50 páginas. Apenas salió publicada fue muy bien recibida por los lectores, no solo por los comiqueros, sino por gente fan de este personaje. Hasta en la feria del libro se nos acercó una descendiente del petiso –Cayetano Santos Godino-, y nos hizo una linda devolución una vez que la leyó con la familia, cosas de ese estilo nos pasaban muy seguido, fue muy loco.”

Con Pablo, ahora hiciste Al Otro Lado, donde incorporaste color a tu obra. ¿De qué se trata la historia? ¿Hay posibilidades de publicarlo en nuestro país?

Al otro lado es también una novela gráfica, volvemos a usar el formato porque nos sentimos con mayor libertad a la hora de armar varios personajes con historias más complejas que se entrecruzan, también volviendo al terror, donde Pablo plantea la influencia de las brujas en distintas culturas y épocas. Tiene un poco de todo, aventura, erotismo y ficción, me dio la posibilidad de poder hacer varias ambientaciones y jugarme del todo por el color y el dibujo digital. Tomé clases con un amigo colorista, buscando mi propio estilo, y un trabajo integral entre la línea y el color. Son cosas que siempre había querido hacer desde lo gráfico, y la historia te va llevando a distintos escenarios, en el medio también fueron surgiendo personajes que podrían tener continuidad en el futuro. Me trajo mi primera experiencia internacional ya que uno de sus capítulos de publicó el pasado 28 de marzo en la emblemática revista española Cthulhu, que ofrece una puerta al mercado europeo; esperamos que se llegue a publicar acá, aunque supongo que es un poco difícil por la falta de editoriales con capacidad de financiación ya que esta producción es en color y los costos son otros.”

Gualicho, una de las historias que integran Al otro lado, la nueva producción de la dupla Barbieri – Altonaga, todavía inédita en nuestro país.

Vos tenés varias historietas donde te hacés cargo tanto del guión como del dibujo, ¿cómo te sentís más cómoda, trabajando en solitario o con un guionista? ¿Qué desafíos tienen ambas formas de trabajar?

“Desde siempre, mi meta fue escribir mis propios guiones, abarcar los temas que me gustan, pero también tiene sus pormenores, a veces te repetís, o evitás dibujar lo que no te hace sentir tan seguro, y simplemente tenés tus cuelgues, momentos donde no se te ocurre nada. Trabajar con un guionista presenta otros retos, te obliga a hacer cosas nuevas, y es un trabajo en equipo, por lo tanto debe existir una química para trabajar, entenderse en lo gráfico y la historia que quieren contar, enriquece tu trabajo y se aprende mucho de la visión del otro. Hoy me siento cómoda trabajando de las dos formas, pero sí busco siempre historias relacionadas al género de terror o misterio.”

Además de historietista, sos madre y esposa, ¿cómo manejás tus tiempos entre lo que te gusta hacer con las responsabilidades? Por último, ¿cómo ves el panorama actual de la historieta? ¿Le augurás un buen futuro? ¿Por qué? Y también, ¿cuáles son tus planes para este 2017 en este terreno?

Detalle de otros de las historias que incluye Al otro lado, donde se puede apreciar el buen uso del color de Carina.

“Realmente no es fácil esta profesión para las mujeres supongo, por las horas que demanda sentada en un tablero. Tengo otro trabajo y no me queda mucho tiempo, mis hijos son muy chicos y demandan mucha atención. Improviso bastante en mi casa, seguramente no es lugar más ordenado del mundo, pero también me ven dibujar en distintos horarios y saben que es mi trabajo, no necesito que se vayan a la cama para concentrarme, cocino y dibujo al mismo tiempo, hago las tareas con ellos mientras estoy terminando una tapa, estoy acostumbrada a eso, a no esperar la ocasión y el momento de inspiración, sino que todo sea parte de la rutina. Mi marido se dedica más a la plástica, a la pintura y escultura, así que fue él el que más me incentivó a que presente mis laburos y siempre me acompañó en esto.

Hoy veo el escenario un tanto complicado para la historieta, por los recientes cierres de editoriales y revistas para publicar y por los costos para hacerlo de manera independiente. Lo ideal sería volver a los kioscos de revistas, mucha gente no tiene acceso a ella porque no frecuenta convenciones o comiquerías, son lugares demasiado especializados, dejan a la historieta sólo para entendidos, cuando siempre fue parte de nuestra cultura. Sumado a las nuevas tendencias políticas de recorte en recursos para el arte y la cultura popular, me imagino que el panorama se va a volver más crítico aún, menos lugares para publicar y convenciones donde dar a conocer nuestro trabajo. No quiero sonar pesimista pero se va achicando el círculo y terminan siendo muy pocos los que puedan vivir de este hermoso oficio acá, y sólo algunos los que logren publicar en el exterior como en el pasado. Creo que veníamos desandando ese camino, es una lástima. Tal vez haya que ir dejando el papel y volcarse a otros formatos. Este año estamos terminando algunos proyectos con Pablo, alguna novela con guión propio también, esteremos presentando el material en varios lugares. Mucho para hacer.”

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Leo Figueroa: Ficciones del séptimo hijo

Leo Figueroa, uno de los nuevos actores en la escena de la historieta.

Leonardo Figueroa, es otro de los nuevos guionistas en la cada vez más pujante escena independiente de la historia argentina. Desde su aparición en 2012, ha sabido dar más de un personaje interesante cimentado en argumentos sólidos. Hoy, integra los colectivos Babel Diversidad Editorial, Vendetta Ediciones y UMC Comics, además de promocionar la historieta argentina desde su librería especializada, Hocus Pocus. Lo que se dice un jugador de toda la cancha.

Fecha de nacimiento, edad, y ¿cuándo hiciste tu primera historieta?

“Nací a los 16 días del mes de noviembre de 1970. Mi primera historieta, de ‘forma profesional’ por llamarla de algún modo fue tardía, para el 2012 más o menos, NN junto con Martín Giménez. Anteriormente hice muchas, de estilo humorístico, cuando era adolescente pero, más bien, eran para divertir a mis amigos -casi siempre ellos eran los protagonistas-. Algún día debería reciclarlas.”

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas? ¿Qué géneros te interesa trabajar y qué historias te gusta contar?

NN, con guiones de Figueroa y dibujos de Giménez . Más tarde, el personaje daría pie a Giménez -ya en solitario- para el desarrollo de PETS, un universo superheroico autóctono.

“Estudié Letras en la UBA. En Historieta hice un curso en la EAH -Escuela Argentina de Historieta- y otro en el Centro Cultural Ricardo Rojas, también tuve oportunidad de asistir a las clases y charlas que da Eugenio Zappietro -(a) Ray Collins-.

Influencias literarias tengo muchas, así como también del palo de la historieta. Pero no solo eso, también estoy influenciado por las series de TV y el cine -calculo que a la gran mayoría de esta época le pasara también-. He leído de todo, de cualquier género, pero obviamente me gusta la ciencia ficción, el horror, lo fantástico. Fui un gran lector de fantasía épica también, me gusta mucho, pero no para aplicarla a una historieta -de hecho, estoy escribiendo una novela de fantasía-. En cuanto a autores te podría nombrar a Julio Verne, Howard Philip Lovecraft, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Stephen King, Clive Barker, Anne Rice, también, los capos del policial negro… Y en cómics, voy a caer en lo obvio pero mis influencias vienen de tipos como Grant Morrison, Neil Gaiman, Chris Claremont y Alan Moore. También, me gustaba mucho Alan Grant. Del ámbito local, Robin Wood, Ray Collins, Carlos Sampayo, Ricardo Barreiro

Darkcat, otro superhéroe argentino, de la mano de Figueroa, Urich y Goldstain.

En cuanto a los géneros, me gusta probar de todo, en UMC hago superhéroes; en Lobizón hago una mezcla de todo, horror, policial, superhéroes; tengo un par de guioncitos de terror que pronto verán la luz; escribí un policial para 14 Muertos de V von E y Juan Pablo Massa, aun inédito. También, he escrito ciencia ficción, no tengo un nicho definido. A mí, principalmente, me gusta contar historias que entretengan, no es mi prioridad bajar líneas o hacer moralina. Lo primero es una historia que entretenga, si en el medio puedo deslizar algún mensaje lo hago, pero no es la prioridad. Donde más cómodo me siento, de todas formas, es en la historieta de género.”

¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste y cómo se desarrolló tu trayectoria hasta hoy?

Una secuencia de Darkcat, a todo color.

“Yo entré a esto de ‘viejo’, no participé de fanzines, salvo alguno que hicimos con mi primo -muy buen dibujante pero que no se dedica a esto-, que quedó ahí en la nada. Lo hacíamos más para divertirnos entre nosotros que con ánimos de publicarlo. Mi trayectoria es breve: Arranqué con NN, luego tuvieron confianza en mí los chicos de UMC para hacer los guiones de Darkcat -y a partir de los números 3 me encargo también de Sol de Plata y X-, y por fin, formamos Vendetta Ediciones con otros dibujantes y guionistas que nos conocimos en UMC, donde publicamos Lobizón y El Antro -una revista digital que para la primera edición de este año de Dibujados sale en papel- y Aquí Viene Vendetta.”

En 2013 participaste del primer número de NN, y luego desapareciste un buen tiempo hasta aparecer de nuevo con Lobizón. ¿Cómo fue trabajar con Martín Giménez? Y también, ¿cómo surgió Lobizón?

Lobizón, la creación de Figueroa y Urich, que sorprende por el buen desarrollo argumental, la calidad de los diálogos y lo potente del dibujo.

“Sí, el lapso entre NN y Lobizón fui abducido por extraterrestres pero no puedo contar detalles… Hablando en serio, mis obligaciones laborales y personales de aquel tiempo no me dejaban mucho tiempo para poder dedicarle a la historieta, así que tuve que hacer un impasse. Laburar con Martín Giménez es genial, porque es un motor de ideas y es un tipo que tira para adelante siempre. No para -aunque eso puede ser perjudicial para tu salud mental, ja, ja-. Lo conocí en el curso de la EAH y ahora somos muy grandes amigos.

En cuanto a Lobizón, básicamente soy fanático de los licántropos y tenía ganas de contar una historia de hombre lobo pero no tan a estilo yankie sino metiéndole cosas de acá. Y nuestros hombres lobos son los lobizones. De modo que, partiendo de la leyenda local arranqué la historia, desvirtuando un poco el concepto del mito para que tuviera coherencia en lo que quería hacer. Al principio por ahí, la historia tiraba más para el lado del horror, pero a medida que la fui revisando y corrigiendo terminó en esta ensalada que mezcla varios géneros: el terror, el policial, lo fantástico.”

Hoy estás involucrado con Vendetta Ediciones que publicó una muy interesante antología homónima en papel y otra en soporte digital, El Antro. ¿Cómo surgió el grupo y quiénes lo integran? ¿Cuáles son las historias que traen las revistas?

El Antro y Aquí viene Vendetta, las dos primeras publicaciones de Vendetta Ediciones.

“Vendetta está conformado por Evelyn von Eckenbrecher -V von E-, Gus Pereyra, Juan Pablo Massa, Emiliano Urich y un servidor. Los dos primeros guionistas, al igual que yo, los otros dos dibujantes. Nos conocimos trabajando para UMC y pegamos buena onda, tenemos gustos similares en cuanto a historieta y, hablando, un poco en broma un poco en serio surgió la idea de formar la editorial para sacar nuestro material y en un futuro, tal vez, editar a otros y nos mandamos. Aquí viene Vendetta es como una presentación en sociedad de los integrantes, presentando historietas de cada uno que, en un futuro saldrán en librito de forma independiente. Está el capítulo 0 de Lobizón, dibujado por Urich -su dibujante oficial-, la presentación de Bola Ocho de V von E y Juan Pablo Massa, una historieta de acción en el mundo del catch; Ángeles Descarriados, de Gustavo Pereyra, Gustavo Jimenez y Logan Nuñez: chicos de un colegio, perteneciente cada uno a una tribu urbana diferente que deben juntarse y armar una banda de música para una competencia inter-escolar; y Normal Man de Emiliano Urich, un personaje que pertenece al universo de Claroscuro, un superhéroe gay en clave de comedia que publicamos en El Antro.

Una secuencia de Barathrum, de Figueroa y Massa.

En El Antro, justamente, está Claroscuro; Barathrum, una de ciencia ficción steampunk, y terror ambientada en la Primera Guerra Mundial, con guiones míos y dibujos de Juan Pablo Massa. También está La Cruz de Oro, de Gustavo Pereyra y Gustavo Jimenez, un wenstern con zombies y magia negra. Además hay entrevistas, en el caso del número uno, a Emilio Balcarce y un cuento breve de V von E.”

Además, vos tenés HocusPocus, una librería que tiene una sección especializada en Historieta Independiente Argentina. Estando del otro lado del mostrador, como ves al lector de historietas actual, ¿está enterado en lo que se edita? ¿Responde a las recomendaciones acerca de qué leer? Hay ediciones que ‘venden bien’, por decirlo de alguna manera?

“Es todo un tema. La verdad que la historieta argentina, fuera de lo que es un lector especializado, se vende a cuenta gotas. Los pibes vienen a comprar Deadpool y si les recomendás algo argento te miran y te dicen: ‘Puede ser que más adelante les dé una oportunidad’. Algo curioso que noté es que, a la hora de revisar las bateas, las que contienen material nacional las puentean casi como si fueran invisibles. Uno se toma el trabajo de indicarles que en esas bateas que se saltearon hay buen material, a veces resulta, muchas veces no. De todas formas, hay gente que viene específicamente a buscar historieta argenta. Por otro lado, es mi pensamiento que si uno hace con el material de acá, lo mismo que pasa con el material yankie: se los mostrás bien delante de la jeta, tenés presencia de publicaciones nacionales, seguís incorporando títulos, a la larga la gente termina comprando, porque lo ve, llega a saber que existe. Por más que no se vendan, a las publicaciones nacionales no las escondo en un rincón, trato de mantenerlas en las primeras bateas, lo exhibo en los estantes, que se vea bien la tapa, las voy rotando en la vidriera. En cuanto a los ‘bestsellers’ está pareja la cosa, destacan los clásicos obviamente, cosas como El Eternauta, Dago, Sudor Sudaca, Ciudad… Sanz vende bien. Y el resto, digamos de lo que es edición independiente, está parejo. Lo que sí, estoy en San Telmo y hay bastante turista. La gran mayoría del comic nacional se lo vendo a extranjeros: chilenos, españoles, colombianos.”

Capítulo presentación de Lobizón, es de destacar la habilidad de Urich para manejar los escorzos y el dinamismo de la puesta en página.

Por último, ¿cómo ves el panorama actual de la historieta? ¿Le augurás un buen futuro? ¿Por qué? Y también, ¿cuáles son tus planes para este 2017 en este terreno?

“El panorama es raro. Por un lado, parece ser que este año se multiplicaron los eventos a nivel país, chicos y grandes. Eso está genial. Por otro lado también ves que la gente sigue editando y sacando cosas, y la calidad cada vez es mejor. Pero en término de ventas no sé como vendrá. El año pasado fue ajustado, y todo hace pensar que este año lo será más. Por la iniciativa de la gente, editores y autores independientes, creería que hay un futuro auspicioso. El gran signo de pregunta es cómo trascender más allá del lector habitual.

Los planes para este año son: sacar en papel El Antro para la primera Dibujados; luego sale Lobizón 2 y me encantaría sacar para la CBB el número tres que cierra el primer arco. Se viene El Antro 2 digital y algún título más en cuanto a Vendetta. Por otro lado estoy preparando una serie de historias cortas de terror, ojalá pueda sacarlas este año y estoy armando un proyecto, que será un libro, basando en el Martín Fierro pero llevado a un futuro decadente. Luego, con el amigo Martín Giménez, estamos embarcados en el crossover entre Luc -su personaje de PETS- y Lobizón con la colaboración de varios grandes dibujantes. Y por supuesto, sigo con los guiones para UMC.”

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Generación 86: Ralveroni, genio y figura

Ralveroni, rodeado de sus ediciones.

Cuando hacia 1986, la escena underground -o subte, tal cual se la denominó- de la Historieta Argentina explotó en una miríada de fanzines, una de sus figuras más destacadas fue Raúl Veroni -(a) Ralveroni-. Poeta, historietista y artista plástico, Ralveroni fue uno de los introductores del uso de la serigrafía en los fanzines de historieta. Muy activo en los 80, colaboró en fanzines como Carlitos, Viernes NegroEfecto Zombie, además de producir otros como El cerebro, Caribdis y el celebérrimo Wengerinox -con una de las tapas más potentes de esa época- . Por si fuera poco, fue parte fundamental del Lápiz Japonés, la revista-libro de experimentación gráfica por excelencia en los 90.

Fecha de nacimiento, edad, y ¿cuándo hiciste tu primera historieta?

“Buenos Aires, 5 de marzo de 1965. 52 años. ¿Cuándo hice mi primera historieta? Recuerdo un intento de historieta en particular, que la debo haber hecho en el año 1974. Era sobre un político que recitaba el Preámbulo de la Constitución Argentina mientras esquivaba las balas que le pasaban al ras. Eran los años del ‘cinco por uno’, de los secuestros y matanzas entre la Triple A, Montoneros, etcétera. Lo curioso es que el protagonista de la historieta se llamaba Alfonso Sofonzo y, más tarde, mi familia quiso ver desde el nombre una señal premonitoria de Alfonsín y su recitado del Preámbulo en su campaña presidencial del año 83.”

El Cerebro, uno de los primeros fanzines en utilizar la serigrafía, editado por Sergio Armand y Ralveroni, mezclaba el dibujo, la poesía y la historieta por igual.

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas? ¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste?

“Mi formación es como artista plástico, pero mis influencias vienen de la historieta, la TV y la estética del rock. Mis padres eran ambos artistas de formación clásica, y en casa había una gran biblioteca. Mi mamá era una amante de la literatura francesa, mi padre, de la literatura inglesa, italiana y argentina. Ese ambiente se respiraba pero yo le entregaba mi atención a la historieta. Adoraba Asterix, que me condujo con enorme curiosidad a aprender sobre el Mundo Antiguo. También leía con fruición las revistas de Patoruzú, las que me llevaban a un mundo irreal donde un indígena tenía participación, voz y peso en una ciudad como Buenos Aires. No estoy seguro cuál fue el primer fanzine. Muy probablemente haya sido uno de poemas llamado Reclamos en el manicomio de 1986. Luego hicimos El cerebro con un grupo de amigos del secundario, Sergio Armand y Marcelo Nievas, entre otros.”

Caribdis, un fanzine de poesía que circuló en las postrimerías del circuito subte los 80, su séptimo número fue editado en plena Hiperinflación.

¿Cómo era la escena fanzinera de los 80? ¿Qué recordás de ella? Esa euforia cívica que trajo la vuelta de la democracia, ¿también se transmitía en los fanzines de aquellos años? Vos participaste de varios fanzines, como Wengerinox, El Cerebro y Caribdis. ¿Cómo fueron esas experiencias?

“Había una escena ‘under’ o ‘alternativa’ como gustaba llamarse. Dentro de esta estaban los fanzines. Por lo pronto, recuerdo esa explosión de entusiasmo y una capacidad increíble de crear proyectos, relaciones y afinidades instantáneas, y también, como las cosas empezaban y se diluían, o mutaban rápidamente en otras.

Una de las poesías ilustradas por Ralveroni, y que aparecieron en fanzines como Reclamos en el Manicomio; Veintidós, la Muerte y Dios; Ciudad y Caribdis.

El Parakultural, Cemento, Medio Mundo Varieté, Babilonia, Biyó do Pé, eran lugares que aparte de ser esa especie de discos soterradas, estaban abiertas -como centros culturales de vanguardia- a toda propuesta. Lo que más me atrae de aquella época era el intercambio de lo que hoy se llaman ‘disciplinas’, la poesía, las artes plásticas, el teatro experimental, el video arte, los fanzines, los comediantes, los músicos, todo podía compartir el mismo espacio. Causa impresión que en una época previa al email, el WhatsApp, Facebook, el celular, todo se hacía posible en un rápido boca a boca.

De todas maneras, no tengo nostalgia por aquella época, me gustó vivirla, pero al mismo tiempo siento que estaba enmarcada por una enorme presión, un pasado siniestro que aún traspiraban algunos lugares. Los fanzines en particular tuvieron una edad de oro entre 1986 y 1987, luego, con la crisis económica que terminó con la hiperinflación del 89 aquel fermento se fue mitigando.”

En los 80, la serigrafía era el único método disponible -por lo económico- para dar color a las tapas de los fanzines, hoy, su uso es sólo una opción que tiene más que ver con una elección estética y el hecho artístico. Vos fuiste uno de los pioneros en usar la técnica para colorear las tapas de los fanzines, y hubo algunas excepcionales, como las de Wengerinox y Caribdis. ¿Cómo surgió la posibilidad de usar la técnica y qué impacto tuvo en aquel momento?

Wengerinox, un fanzine de gran impacto gráfico, con autores como Cuk, D’Angelo, Roca y Ralveroni.

“Mis estudios en Bellas Artes y mi formación desde mi entorno familiar me dieron herramientas como grabador. Mi padre era muy bueno en eso y en casa teníamos un taller. Mi primer fanzine lo hice con una tapa en xilografía, es decir, grabado en madera, con la misma técnica que se usaba en el medioevo para los impresos. Había otras técnicas como el aguafuerte y la litografía, las que dominaba, pero que tenían un tiempo de proceso y una definición que se lleva de palos con el fanzine. ¿Cómo explicarlo? Son procesos tan arduos y costosos que no van con el perfil popular del fanzine.

Gervasio y la nube, de Ralveroni , plantea la crítica social detrás de un argumento apoyado en el realismo mágico.

Y había otra cosa, los fanzines de la época eran siempre en blanco y negro, realizados por medio de la foto-duplicación o la fotocopia. Mi decisión de trabajar en serigrafía tenía la intención de ‘salir de la pobreza’. Era imposible encargar una edición en color en una imprenta, los costos eran irreales -casi como ahora-, y el Plan Austral iba en caída libre. La serigrafía era una técnica conocida, pero poco explorada en la edición de revistas. En Bellas Artes se la despreciaba como a una disciplina industrial, ‘poco artística’ y no se la enseñaba. Mi viejo para ese entonces estaba muy enfermo y tampoco la había cultivado en profundidad.

El último Rebelde, de Ralveroni y D’Angelo, fue un personaje recurrente, que tuvo su andadura por más de un fanzine.

La técnica me la explicó en su momento Salvador Miano, cuando hice un fanzine de poemas llamado Ciudad en 1987 y más tarde Gustavo Grunfeld, con quien hice la tapa de Veintidós, la Muerte y Dios, en 1988. A partir de allí armé mi propio estudio y comencé a usar la serigrafía para todo. De ahí salieron las publicaciones que vos nombrás, Wengerinox, Caribdis, más algunos afiches de actividades que hacíamos con el poeta Hernán y, finalmente, un fanzine de poemas e imágenes atiborrado de colores cuya intención acompaña a su nombre, Jaguares y Cacatúas.”

Tenés varias historietas en tu haber, pero Un día Perdido, es uno de tus trabajos más potentes, apareció en Efecto Zombie y, más tarde, en el libro Todo es historieta. ¿En qué te inspiraste para hacerlo? También, ¿cómo concebís el lenguaje de la historieta y su uso? ¿Hacer historietas te sale naturalmente o requiere esfuerzo de tu parte?

Con una tirada de 250 ejemplares, Jaguares y Cacatúas fue realizado en 1990, y constaba de 66 páginas con poesías, grabados, fotocollages y 31 serigrafías originales en 20 x 30 cm.

“Tengo una influencia formal de la historieta en mis dibujos, pero ya no me considero un historietista. Tuve en los 80 una dedicación con el género. Participaba en Fierro como reportero ‘under’, escribía guiones que dibujaba Roberto Cubillas -(a) Cuk-, Jorge Fantoni y Luis Roca. Hice también algunas dibujadas por mí, como esa de Un día perdido, que creo salió por primera vez en un fanzine editado por Mariano D’Angelo. Pero también me ocupaba a otras actividades como la pintura, la poesía y los programas de radio, aparte de tener tres trabajos para sostener la casa. Un delirio de época. Un día perdido está enmarcado por un tono oscuro, dentro de una situación cotidiana difícil y violenta, supongo que la crisis económica y social que se vivía en los últimos meses del gobierno de Alfonsín me llevaron a hacerla.

La Muestra Nómade se compuso de 42 diseños, impresos en serigrafía a 5 colores sobre papel autoadhesivo, entre 1990 y 1991 miles de estas serigrafías fueron adheridas en lugares públicos de Buenos Aires tales como ascensores, transportes, baños y cabinas telefónicas.

En 1990 comencé una serie de serigrafías autoadhesivas a las que llamé La Muestra Nómade, eran figuritas coleccionables, de 8 x 11 cm, con colores fluo que pegaba en los lugares públicos. Colectivos, subtes, ascensores, buzones. Estaban a caballo entre el arte y la historieta -si a alguno le importa, hoy hacer esa distinción-. Era, si se quiere, arte popular o historieta de vanguardia. A la pregunta sobre qué impacto tuvo la serigrafía en aquel momento, puedo decir que La Muestra Nómade llamó la atención.

En ese entonces no abundaban las salas de exposición convencionales y para un joven que recién se iniciaba era difícil acceder a los espacios institucionales. Hacer de la ciudad mi lugar de exposición fue un modo de sortear los obstáculos. Pero la ciudad también es difícil, especialmente con las mil y un imágenes que circulan a diario frente a uno. Aquellas tintas espesas, colmadas de pigmento, iban, a pesar del escueto tamaño de las imágenes, directo al ojo.”

Un día perdido, de Ralveroni, quizá su trabajo más potente, publicado en Efecto Zombie y seleccionado para Todo es historieta, la antología comercial que puso en valor a varios de los trabajos aparecidos en los fanzines de la Generación 86.

En los 90 colaboraste con los chicos de El tripero, a quienes introdujiste en la técnica de la serigrafía para hacer las tapas de sus revistas; pero por sobre todo con el Lápiz Japonés, donde además de pertenecer al consejo editorial, hiciste una serie de billetes artesanales. ¿Cómo fueron esas experiencias?

Los primeros 3 números del Lápiz Japonés, publicados entre 1993 y 1996, a ellos le siguieron el 3 y 1/2, el 4, el Antidiario, y unos 50 Colorín Buc, monográficos dedicados a un artista en formato cercano al A6.

“Lo de El Tripero fue muy sencillo, recuerdo que les expliqué la técnica en dos o tres sesiones. Una noche vinieron a mi estudio, luego fui a su cuartel en Boedo y ya ellos se largaron solos. Son gente muy buena y artistas excepcionales. Me encanta ver que aún al día de hoy continúan haciendo sus tapas en serigrafía. Esa insistencia es mérito exclusivo de ellos.

Con el Lápiz Japonés tengo muy buenos recuerdos y de aquella experiencia me quedaron los mejores amigos. Langer y Bianki habían decidido hacer una revista en un momento en que la mayoría de los medios que se ocupaban de la historieta habían desaparecido. Para abarcar un espectro más amplio convocaron a Sergio Kern, que conocía a toda la movida de Rosario y a mí, por mis vinculaciones con el ambiente under. Al tiempo se unió Elenio Pico. Además, teníamos a los pilares de Rapa Carballo y Wily Peloche en el diseño. Quisimos desde el vamos hacer una revista-libro, ambiciosa, sin preocuparnos por las variables del mercado.

Serie de billetes publicados con el segundo número de Lápiz Japonés. El ejercicio utilizó moneda fuera de circulación debido a procesos inflacionarios en países del tercer mundo, destacan, sobre todo, las intervenciones del Menemtrucho y los billetes de las Islas Malvinas y Cuba.

Nos reuníamos todos los martes alrededor de las 19 y seguíamos hasta la medianoche. Eran sesiones donde veíamos el material, nos visitaban colegas, discutíamos, cenábamos y así. Con esas reuniones semanales era natural que cada número nos demandara meses. Habíamos apuntado alto, gracias al dinero que Langer y Bianki pusieron en aquel primer ejemplar, el de la tapa del quaker. Luego, sin publicidad, sin mecenazgos, nos fuimos endeudando para continuar con los otros números. Pero nos gustaba hacerlo. Armamos lo que llamamos La comuna del Lápiz Japonés y organizamos muestras en un garage que Bianki alquilaba en la calle Charlone. Tuvo su buen cuarto de hora y lo disfrutamos.”

Lentamente te fuiste alejando del medio de la historieta y te fuiste incorporando al mundo de la plástica. ¿A qué se debió el cambio? ¿Fue algo que se dio de forma natural? ¿Extrañás la historieta?

“Le dediqué varios años a la serigrafía y a la pintura. Luego me fui por 10 años a estudiar afuera técnicas de edición y libro de artista. Tengo muchos intereses, lo reconozco, y me muevo un poco a la deriva según el motor de mi entusiasmo. Así y todo, sin ser historietista, llevo el gen en mis dibujos. En mi estilo figurativo, alejado de la escuela clásica, heredé las reglas de proporción del hombre elástico.”

¿A qué te dedicás hoy, de qué se trata Urania y cuáles son tus planes para este 2017?

La Saga del Gaucho sin Cabeza comenzó a publicarse en forma episódica en Facebook, en la página de Teatrito Rioplatense de Entidades, luego fue recopilada y publicada por Ediciones Urania.

“Me ocupo de coordinar una plataforma de proyectos que se llama Teatrito Rioplatense de Entidades. En ésta buscamos modos de identidad. Decimos que el Cosmos es rioplatense -pero que el Mundo no lo sabe- y a partir de esa premisa intentamos demostrarlo a quienes desconocen esta certeza. Los proyectos van desde el afiche, el dibujo, el poema, el ensayo, cuestiones lingüísticas, políticas, declaración de un nuevo calendario con Año Cero Rioplatense incluído. Participan escritores, afichistas, artistas, diseñadores, encuadernadores, diletantes, y todo aquel que considera que tiene algo para decir al respecto. Hay que reconocer que nadie entiende bien de que se trata el Teatrito, pero nuestro consuelo es que nadie entiende mucho de nada.

Urania es un sello editorial que fundó mi viejo en 1943, y lo continúo haciendo libros de bibliofilia y ediciones limitadas, curiosas y raras de autores como César Aira, Edgardo Cozarinsky, Christian Ferrer, Daniel Santoro, Eduardo Orenstein y el Agente Rayo, entre otros. Desde Urania publicamos también gran parte de las producciones del Teatrito. En el proyecto me acompaña Alonso Castillo, promotor y conocedor del mundo del libro y Gustavo Ibarra con el que nos obsesionamos por la presentación, el diseño y la tipografía, y, para suerte de Urania, él sabe hacer eso muy bien.”

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Daniela Ruggeri: La autoedición como una constante

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Daniela Ruggeri, una de las referentes del medio independiente.

Daniela Ruggeri es una de las presencias más agradables y estables del medio independiente, participando en la organización de Dibujados y, como parte del colectivo Panxa, publicando con sus trabajos para la revista Panxarama y editando en Panxa Imprime.  Siempre sonriente y activa, es hoy una de las voces más autorizadas en lo que se refiere a autoedición.

Fecha de nacimiento, edad, y ¿cuándo hiciste tu primera historieta?

“¡Buenas! Nací el 19 de Abril de 1990, en la Sardá y por ahora tengo 26 años. Mi primera historieta, es difícil, porque las primeras siempre son a los cinco o seis años. La primera más ‘consciente’ del lenguaje habrá sido a los catorce, ponele. Y hay una a los 17 que fue un ‘bueno, quiero hacer esto’. Cuando algo forma parte de tu vida de manera cotidiana -dibujar, contar historias con dibujitos, etc.-, es complicado recordar el punto donde arrancó, es un poco como pensar cuál fue mi primer tallarín con pesto, difícil.”

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas?

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Panxarama, es uno de los fanzines más representativos de la nueva movida independiente que se construyó a partir del 2008 en adelante. Su primer número apareció en Diciembre 2010.

“En historieta como lenguaje no específicamente, excepto un cuatrimestre de la UNA -ex IUNA- donde agarré un proyectual para hacer una historieta y ahí lo conocí a Manu –Manuel Loza-, que fue profe mío por esa temporada. Después, desde los 13 años me formo en Artes Visuales, hice el secundario en el Yrurtia, me recibí de Maestra de Dibujo, le di un toque de años al IUNA y ahora estoy en el profesorado en dibujo de mi querido Yrurtia, de vuelta a casa. En todos estos años, la formación oficial fue más de visuales en general, pero desde que arranqué siempre me especifiqué en dibujo. El trabajo más esforzado fue desprenderme del dibujo académico, un proceso de ‘desformateo’, por decirlo de alguna manera. Estudié años para poder hacerte una pose larga de modelo vivo toda escorzada y re cheta, con la sombra y la proporción y la mar en coche. Y porque soy ñoña, no lo hago mal si tengo que hacerlo -no hay mérito de talento, es práctica nomás-, pero creo que el ejercicio mimético se agota pronto si no tiene sustento teórico, o más bien contexto que lo justifique. Así que jugueteo, y a veces sale mal, pero también a veces sale bien.

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Se puede seguir la evolución en el arte de Daniela hacia una síntesis de la línea, a través de las sucesivas ediciones de Panxarama.

A nivel influencias, de chiquita me leía a Gilbert Shelton -había un ejemplar reventado de ‘La guerra de las cucarachas’ de Fat Freddy’s Cat-, bocha de Asterix y muchísimo Tintín -estaba enamorada de Tintín-, Mortadelo y Filemón, Claire Bretécher me encantaba, cosas así, todos libros y revistas usados, leídos y re-leídos. Como en casa mi familia siempre perteneció a oficios relacionados con el libro, estaba lleno de cosas viejas por todos lados y esas historietas me quemaron la capocha tanto como las ilustraciones de principio de siglo. Crumb, fue uno de los primeros que leí con interés técnico, por el dibujo. A nivel lenguaje, el primero -a los 11 años, creo- que leí tratando de desentrañar recursos narrativos y formas de contar fue Spiegelman, con Maus. Cómo contar es el punto fundamental, por eso el ritmo de Beto Hernández me chifla el moño, o la oscura ternura de Hideshi Hino. Harvey Pekar me quemó la cabeza para siempre. Pero bien, a nivel dibujo-dibujo, calculo que sería Crumb, Shelton -sobre todo en la parte descuidada, porque soy un desastre-, ilustraciones victorianas… Yo soñaba – y sueño- con dibujar como Jack Davies o Basil Wolberton, pero garabateo zines y soy feliz igual.

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La última parte de la trayectoria de Panxarama es la más interesante, cuando la revista se abre a colaboraciones externas, además de mantener a sus habituales colaboradores.

Por el tema literario, aunque soy de los que creen que la historieta es un lenguaje independiente -y está lejos de ser ‘literatura dibujada’-, sí es un oficio de contar historias y, por suerte, leí muchas historias. En casa estaban disponibles -y alentados- todos esos clásicos del siglo XIX y algunos del XX, y de esa lista -la lista corte ‘colección Robin Hood’ o Peuser– me leí una buena parte. Así que, aunque mis historias son más bien simples, y trato de no ser demasiado florida, lo victoriano, lo truculento, los cuentos de hadas rusos y cosas así pueden llegar a asomar de forma humilde. Me sigue encantando y sigo tratando de llegar -o volver- a esos relatos, pero no creo que se refleje mucho en lo que hago, donde trato de ser escueta en la medida de lo posible. Igual, cada tanto aparece un verbo o un calificativo anacrónico sacado sin querer de esas traducciones anticuadas.”

¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste y cómo se desarrolló tu trayectoria hasta el día de hoy?

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Panxarama tuvo un total de 8 números, más los especiales Panxa Cuatro Años, Panxxxarama y Panxa Maldita.

“El primero lo improvisé a los 13 jugando con el Page Maker -el padre del Indesign- pero no cuenta, por que no lo saqué al mundo. Más allá de revistas del Centro de Estudiantes del secundario, oficialmente el primero de todos es Panxarama 1 cuando tenía 19 años -¡éramos tan chiquitos!-. Hice algo simple, un homenaje a Pekar, que había muerto hacía poco. A partir de ahí mi trayectoria es muy modesta y se trató básicamente de hacer cosas menos chotas de a un paso por vez, aprendiendo mucho y sufriendo otro tanto, pero siempre divirtiéndome. Como Panxa es nuestra, casi todo salió por ahí. También, Lubrio me dejó nerdear para la Cripy – ¡no podía creer que no me sacara a patadas!-, y después participaciones de todo tipo en distintas publicaciones, todas del medio independiente, más allá de trabajos de ilustración que hice varios para varios lados. En tema historieta ahora hice algo para el Zapping 3 del estudio Mafia, hay una paginita que hice para el ‘Fanzine a la Carte’ de las Chicks on Comics, por ponerte un par de ejemplos actuales.”

¿Cómo y cuándo nació Panxarama y qué significa el nombre? También, ¿cómo fue la experiencia de editar 8 números de la revista, más los especiales Panxxxarama y Panxa Maldita? En lo particular, ¿cómo definirías a tu estilo de dibujo? ¿Creés que evolucionó con el paso del tiempo? ¿Qué cosas pensás que todavía necesitas desarrollar en tu arte?

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Panxa Maldita, es una de las últimas publicaciones del colectivo, y tal vez, la más relevante, el talento reunido en sus páginas es uno de las más representativos de la actual movida independiente.

Panxarama nació para jugar mientras se preparaba un libro que al final nunca salió -creo que muchas editoriales independientes deben nacer así-, como a la editorial le pusimos Panxa, jugando con nombres de cosas del cuerpo y nombres propios, saltó agregarle el ‘rama’ por que sonaba bien, sonaba a revista. Te bajás un cajón de birra y todo suena re bien, igual a mí ese nombre en particular me encanta.

Editar una revista, por más chiquita que sea, siempre es un laburo enorme y la disparidad de estilos de Panxarama la hacía el doble de complicada, y aunque siempre fui la encargada de la diagramación y el diseño de los interiores, todos juntos teníamos la última palabra. ¡Panxa es una cooperativa ante todo!, y Panxarama un espacio de experimentaciones personales, un juego que se fue haciendo un toque más serio número a número, pero me alegra que no perdiese ese toque de ‘Bueno, a ver qué onda’.

Sumar invitados fue de mis partes favoritas, ‘A ver que mandó fulano… faaaa!’. Como nos empezamos a concentrar en libros y publicaciones en formatos raros -con Fede, además, somos encuadernadores-, Panxarama fue perdiendo un poco de sentido para ramificarse en todas las pequeñas, medianas y gruesas publicaciones del catálogo. Pero extraño la adrenalina de ‘cierre-de-revista-justo-a-una-semana-de-dibujados’ donde a pura birra y mate engrampábamos como enfermos.

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Primeras 5 páginas de Ángel Bondadoso, publicado en Panxa Maldita.

¿Mi estilo? Cambió mucho, pero mantiene constantes, mucha línea, inevitablemente suelto -por placer, búsqueda y a veces, es cierto, apuro-. Soy desordenada y ansiosa para hacer un cómic, dos defectos que se llevan muy mal con el oficio. Antes tramaba mucho, tenía más rayas que Maradona. Ahora, me concentro mucho en fanzines inmediatos, historias contadas con imágenes y cosas así, con secuencialidad más suelta, busco líneas pero poco relleno, depurar para ganar en lenguaje. Ahora necesito lo que necesitamos muchos, tiempo, disciplina y blues viejo de fondo.”

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Últimas 5 páginas de Ángel Bondadoso.

También participás en Panxa Imprime, primero imprimiendo sus propias revistas, pero más tarde imprimiendo para terceros, cómo el libro Purple Books y la revista de Padawan, además de los libros Los niños de la basura y Hermano. ¿Cómo funciona la imprenta? Y también, ¿en qué estado de actividad se encuentra hoy por hoy?

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Una de las publicidades de Panxa Imprime en 2014, dibujada por Daniela, bajo uno de sus infinitos Pseudónimos de entonces.

“La imprenta arrancó como un proyecto ambicioso pero concreto, laburamos mucho, las máquinas aguantaron todo lo que pudieron y de repente nos encontramos en líos gigantes -básicamente te acabo de describir una imprenta-. Siempre quedamos agradecidos por la paciencia de los colegas que llevaban sus laburos a Panxa Imprime. En esos momentos funcionaba en un lugar que estaba tan lejos, que el vecino tenía ovejas, y con Fede viajábamos tres horas y media de ida para llegar. Sólo me lo explico con las palabras ‘amor’ y ‘obstinación demente’.

Hoy en día las máquinas funcionan para Panxa, pero estamos cocinando una posibilidad de actualizar las maquinarias y relanzarnos más enteros, más organizados, vamos a ver si se da. El trabajo manual me encanta, a los 17 era pasante en Chilavert, y me quedó ese amor por doblar tapas como autómata y también el amor por toda empresa autogestiva cooperativa.”

Otra de las facetas de tu trabajo en el medio, es ser parte de la organización de Dibujados, el evento autogestionado de mayor relevancia de la Argentina. ¿Cómo funciona la organización del evento? ¿Cuál es tu rol dentro de la organización? También, este año decidieron expandir el evento a tres ediciones, ¿a qué razón se debe? Por fin, ¿Cómo ves el panorama actual de la historieta, tiene posibilidades de seguir creciendo?

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Daniela tiene varios trabajos de una página, por lo general explorando distintas vertientes del humor.

Dibujados es mi navidad, lo es desde el primero al que fuimos con Panxa, en el 2011. Cuando en 2014 los chicos nos tiraron la onda de formar parte, guau, me puse loca de contenta. Es un espacio que quiero y admiro, un lugar activo que se retroalimenta con todos los participantes y que cada año crece más sin dejar de tener el sabor de lo independiente. Todo lo que me gusta.

Ayudo en todo lo que pueda, todos participamos de la selección de la convocatoria y esas cosas. Hago tareas generales antes del Dibujados, y también durante, cargando tablas con los demás, corriendo de acá para allá, comunicando puesto a puesto cosas organizativas, además de que soy ‘la loca de las rifas’, por supuesto. Un poco de todo. Siempre quiero ayudar en más, me agarra de sentir que nada es suficiente, pero me pongo así con todo en la vida ¿No avisé que soy ansiosa?

Con respecto al panorama general, lo veo en términos de resistencia, con ganas de insistir. Creo que son momentos complejos para el mundo editorial en general, pero por ejemplo la tercera edición agregada de Dibujados representa esto, ‘Se puede poner complicado pero acá estamos todos’. Cada Dibujados que viene se anotan más puestos, más gente que recién arranca, esos números me dicen que tiramos para el mismo lado y con fuerza.”

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La gran apertura de la momia Rahotep, publicada en revista Cripy.

¿Cuáles son tus planes para este 2017? ¿Hay más fanzines en camino?

“Pero claro que sí, estoy impaciente por que siempre tengo ideas. Ideas, guiones, historias, ese no es el problema, tengo a montones y me gustan, son simples pero me gustan. Si las horas de estudio, el taller, la docencia, las labores editoriales y todas esas cosas me dejan, este año vienen varios de los zines de formatos diversos, tal vez uno hecho en una máquina loca -será sorpresa, calculo, cuando llegue el momento-. Si tengo suerte y me pongo las pilas, tengo cocinando una historieta larga que quiero terminar desde hace mucho. Sea como sea, estoy segura de algo: ¡Quieta no puedo estar!”

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Nicolás Viglietti: Ficciones en la biblioteca infinita

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Viglietti un escritor sin descanso.

Nicolas Viglietti -apodado El Negro-, es uno de los nuevos guionistas en la escena de la historieta independiente. Prolífico y activo, sus guiones se han multiplicado por doquier desde el 2013 en adelante, cultivando géneros que se inscriben en lo fantástico, pasando por la ciencia ficción, el terror y el horror.

Desde Córdoba, impulsa la historieta desde Contamusa, además de colaborar de manera activa en Mitomante. Ambos sellos integran el colectivo Prendefuego, una alianza que congrega varios de los sellos autogestionados de la provincia.  Producto de esa actividad, han surgido trabajos como Heatlands, Family Curse y Birdman.

Fecha de nacimiento, edad, y cuándo escribiste tu primera historia

“Nací a las seis de la tarde del 22 de enero de 1989 y tengo 28 años recién cumplidos al momento de escribir esto. La primera historia que recuerdo haber escrito fue un cuento de terror para la escuela primaria -si no le pifio, en cuarto grado-, sobre zombies. Escribí muchos cuentos cortísimos de terror durante mucho tiempo. En esa época, con mi hermana Mariela dibujábamos y escribíamos, pero cuando llegamos a los 12-13 años, ella decantó por el dibujo y yo por la escritura.”

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Las ediciones cartoneras

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas?

“No tengo ninguna formación formal en historieta, la verdad es que fue muy caradura de mi parte haber empezado a escribir guiones. Hubo muchas cuestiones a nivel técnico que fui aprendiendo con colegas que se estaban formando más o menos conmigo -digo más o menos porque sigo siendo un autodidacta infame, je-. Aprendí un montón con Renzo Podestá, si bien nunca tomé clases con él, y otro montón con Ziul Mitomante.

A nivel de influencia autoral no podría marcar una obra o un autor que me haya definido, aunque los guionistas británicos fueron los que me rompieron el cráneo de pibe y hasta el día de hoy tiendo a eso. Moore, Morrison, Ennis y Ellis seguro que me marcaron. A nivel local, los Brecciame marcaron muchísimo a la hora de qué y cómo contar las cosas. También, Robin Wood y HGO me dieron la pauta con aventuras que te dejan rumiando y te llenan el corazón de emoción. De todas formas, creo que la historieta se nutre muchísimo de cualquier otro medio que involucre narrativa, por lo que no puedo dejar de citar a groso modo a Hanna-Barbera, con un repertorio amplísimo y lleno de recursos, también, Tex Avery y Chuck Jones, que segurísimo que me dejaron algo. Además, el cine de los Coen y de Lynch, hay de todo.”

¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste y cómo se desarrolló tu trayectoria hasta hoy?

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Heatlands, una obra interesante que da pie a un universo particular, y que tuvo críticas divididas.

“Tiene que ser Frikilogía, una gaceta de crítica y recomendación de animación, manga y animé que hacíamos con amigos de Venado Tuerto en Rosario. En su momento, escribía mucha reseña y crítica, pero tenía mis guiones cajoneados después de alguna que otra experiencia mala con dibujantes que pertenecían a un grupo de la red social deviantart. Ya me había deshecho de la idea de hacer historietas y me concentraba más en el cuento y la novela, de hecho estaba acopiando mucha fuerza en ese ambiente y vine con ese ímpetu a vivir a Córdoba.

Acá, conozco a Renzo Podestá, que me enseñó un montón no sólo del mundillo sino de cómo laburar a nivel autogestivo -él venía con más de una década laburando en el medio-. Empezando a dictar talleres de escritura creativa, conozco a Ziul Mitomante, que en esa época iba a los talleres de Renzo -dábamos clase en el mismo centro cultural-. Hablando de todo un poco, Ziul me pidió que le diera una mano con la revisión de algunos textos de su editorial autogestiva, Mitomante. Al mismo tiempo empezó a preguntarme si no conocía guionistas, o si no me animaba a guionizar algo para que él dibujara. Ahí empezó la verdadera batahola, porque tanto él como yo nos comprometimos con Heatlands, y ninguno de los dos tenía idea que el proyecto iba a ser tan grande y extenso en un primer momento. Aprendimos haciendo y publicando. En el medio hubo libros de narrativa, ediciones cartoneras -que hice en solitario-, y la publicación de mi primera novela, por parte de Dead Pop -la editorial de Damián Conelly y Renzo Podestá-.

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Anarkiskovich, la novela de Viglietti publicada por Dead Pop.

Desde entonces y hasta ahora, la cosa no hizo más que crecer, en cantidad de historias y aprendizajes. La verdad que tengo la suerte de tener al lado gente que siempre me brindó conocimiento y que, sobre todo, se animó a que redobláramos la apuesta sobre la obra y lo que se publica. Gracias a eso -y a lo culo inquieto que soy- terminó dándose Contamusa y el resto de los proyectos en los que estoy metido.”

Vos participaste de emprendimientos editoriales, como Deadpop, además de haber creado Contamusa y participar de Mitomante, ¿podés contar esas experiencias?

“Lo de Dead Pop se dio de forma tan orgánica que no me di cuenta que era parte del baile hasta que íbamos por el segundo tema. Cuando Dead Pop arrancó, muchos queríamos dar una mano y publicar. Renzo había leído una novela que yo venía laburando en blog, construida sobre diálogos, Anarkiskovich, que terminaron publicando con Damián. Mi compañera y mi cuñado terminaron haciendo la comunicación a nivel Córdoba -Dead Pop abarcaba geográficamente mucho terreno- y quedamos laburando en la editorial autogestiva más grande que se había visto en un buen tiempo. Hay una foto de una CBB, creo que del 2013, en la que hay un montón de autores, comunicadores, diseñadores y demás en el stand de Dead Pop. Eramos una banda y había mucha sinergia de proyectos.

logo_mitomante-1Con Dead Pop me puse a escribir otras obras -que no salieron por tiempos míos- y a curar una colección de relatos clásicos de terror ilustrados, que se llamaba Fosa común. Con ellos aprendí un montón de logística -feriábamos y distribuíamos una linda cantidad de material-, además de la producción de un libro en sí -el ISBN y la CAL, los diferentes formatos que una imprenta maneja y más-.

Con Mitomante tuve una colaboración errática pero casi permanente a nivel corrección. No recuerdo en qué año fue, pero desde que Ziul decidió darle un lavado de cara a su sello editorial e ir definiéndolo con más obras y producción, di la mano que podía, corrigiendo textos. Además, Ziul me manijeaba -y lo sigue haciendo- con las historias que surgen, sugiriendo ‘ésto lo podría dibujar tal’ o ‘esta historia la veo bien en este formato’, coeditamos juntos por ese mismo motivo.

contamusa-1Contamusa nace después de que Dead Pop deja de existir. Como autor-editor venía haciendo mis ediciones cartoneras de antologías de cuentos y textos de los blogs que manejaba en esa época, pero ya había probado el sabor de la imprenta con Dead Pop y con Mitomante, y quería apuntar a algo de mayor calibre. A eso se le suman las ganas de laburar más la narrativa ‘de género’, terror, ciencia ficción y fantasía, cosa que no estaba -ni está- canalizada formalmente en ninguna editorial cordobesa. Hay sellos independientes que coquetean con esos géneros, pero ninguno que se dedique abiertamente a eso. Para mí, lo más natural era ingresar en Mitomante, porque ya veníamos laburando en conjunto, pero Ziul me instó a que formara mi propia editorial, a él le interesaba cada vez menos editar narrativa y cada vez más dedicarse de lleno a la historieta. De ahí surge Contamusa, y de las ganas de editar un montón de libros aparte de mis obras, claro está.”

¿Cuáles son los motivos que llevan a la formación de Prendefuego y cómo funciona el grupo? ¿Qué objetivos tienen y cómo se coordinan para alcanzarlos?

prendefuego-1“El funcionamiento de Prendefuego es como la máquina del movimiento perpetuo, funciona, pero nadie sabe explicar bien cómo. Había varias personas rondando la escena local que, o bien tenían ganas de, o ya estaban laburando con Llanto de Mudo. Cabe aclarar que a nivel local la escena cordobesa tenía a Llanto de Mudo y a Dead Pop como las dos editoriales de historieta, y se acabó. Cuando falleció Diego Cortés, un montón de proyectos quedaron en el aire, y ahí fue cuando algunos de los autores que estaban con la polenta y el impulso de publicar decidieron asumir el rol de editores para que esos proyectos no quedasen cajoneados. Hernán González, editor de Buen Gusto, venía laburando con Llanto y cuando eso se frenó, creó su sello y para editar un montón de historieta. José Arizmendi venía con ganas de autoeditarse, la necesidad fue la excusa perfecta para formar Gatomadre. A Matías Zanetti le pasó otro tanto, tenía un libro para salir cuando Llanto se detuvo, por lo que decidió redoblar la apuesta y crear su sello, Holograma. Como aclaré más arriba, Contamusa devino de la necesidad de editar narrativa e historieta, y Mitomante, que ya venía montado en su tren, se sumó a la gestión de todos.

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Ultradeformer, de Pedro Mancini, una de las primeros libros publicados por el colectivo Prendefuego.

Prendefuego nace, ante todo, por necesidad. Si hubiésemos podido manejarnos sin necesidad de recurrir a otros, el colectivo probablemente tendría muchas menos funciones que las que tiene. En cierto sentido, agradezco que hayamos tenido que tendernos la mano mutuamente, porque los que empezaron siendo aliados estratégicos terminaron transformándose en excelentes amigos y personas. La adversidad nos juntó, no podíamos ni a patadas costear los viajes, la feria y distribuir los títulos en todos los puntos de venta posibles, pero si repartíamos la carga de laburo y los gastos, las energías se multiplicaban.
Además, de repente tenemos un círculo de confianza de editores amigos que están en el mismo brete, y cada uno aporta la información, el recurso o la mano que puede. Si tengo que explicar cómo funciona Prendefuego, no sabría ponerle un principio y un fin a la cosa, porque es un proceso unificado constante de propuestas y acciones que se encadenan. Buscamos ver qué podemos sumar a lo que cada uno dice. Si hay que ir a un evento, buscamos que el que vaya esté acompañado, aunque sea que se tome unos mates con alguien más. Si hay que repartir libros en puntos de venta, vemos quién puede pasar a dejarlos. Digamos que nos manejamos en un orden ‘need-to-solve’, o sea, cuando hay una necesidad o un problema, lo planteamos y resolvemos entre todos. No todos tenemos las mismas fortalezas, y la diversidad es lo que muchas veces nos ‘salva la vida’.”

Como escritor, además de guiones de historieta, tenés cuentos cortos y novelas, ¿te resulta fácil saltar de un ámbito a otro? ¿Sentís que en alguno de esos campos tenés más herramientas o te desenvolvés con más soltura que en otro? ¿Qué desafíos enfrentás cuando escribís un guion de historieta y cuáles cuando escribís un cuento o una novela?

“En todo el año pasado estuve escribiendo mucho guión de historieta y prácticamente no escribí literatura. Necesito de cierto ‘set and setting’ para laburar. No es lo mismo escribir un cuento o una novela, donde podés explayarte como se te canta, que un guión de historieta que, además de la historia, le tiene que decir al dibujante qué tiene que dibujar.

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Correo Expreso, de Viglietti y Retamar, una de las historias que integran la antología Family Curse.

Creo que la literatura es para perderse creando. Podés colgarte laburando en tus propias referencias y tus propios universos, pero siempre volviendo por el camino marcado para ir corrigiendo, sumando y restando lo que quieras contar. Además, al tener una transmisión de la historia mediante la palabra, podés darle un laburo mucho más difuso al lector que con una historieta. Siento que la historieta es mucho más eficiente a la hora de contar una historia, lo que querés contar le llega al lector de una forma más o menos similar a lo que querés decir desde el vamos. Es totalmente subjetivo, pero es como lo siento.

Los guiones son divertidísimos de escribir. No digo que escribir literatura sea aburrido, pero es otro tipo de viaje. Digamos que escribir literatura es más una meditación exteriorizada, y el guión es un diálogo. En el guión, una de las cosas que intento generar es que el contacto con el dibujante sea lo más interpretable posible y que también tenga el espacio para explayarse y generar su propia forma de laburo. Cuando en un cuento te nombro un personaje y te digo ‘era viejo y pecoso’ vos te lo imaginás como se te canta, y todas las versiones de ‘viejo y pecoso’ que se puedan imaginar están bien. En el guión, en cambio, con ‘es viejo y pecoso’, es el dibujante quien termina definiendo de qué se trata esa vejez y esas pecas.

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Tio Dan, de Viglietti y Gonzalez, otra de las historias que integran la antología Family Curse.

Creo que el desafío más grande a la hora de escribir cuentos o novelas es cerrar la historia. ¡Hay tanto que uno quiere contar! Desde detalles que no le importan a nadie hasta lo que sentiste oportuno narrar en el capítulo catorce simplemente porque pintó. El cuento y la novela tienen esa impronta de bosque en el que te podés perder fácil. Y el problema de eso es que la publicación va quedando cada vez más lejos.

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El segundo volumen de Heatlands, el tercer volumen y final está en preparación.

En cuanto al guión, creo que el desafío que enfrento cada vez que me siento a escribir, es pensar en la emoción que se quiere suscitar, y también aprender que la obra no te pertenece a vos, hay que abrazar lo que el dibujante hace con tus palabras y redoblar la apuesta a esa obra para seguir adelante. No miento si digo que Heatlands, por ejemplo, no es ni a patadas la obra que tenía pensada escribir. Pero, ¿qué obra termina siendo la misma al principio que al final?”

¿Podés contar un poco sobre tus obras como guionista: Heatlands, Family Curse y Birdman?

Heatlands es una de las ideas más viejas que tuve para una historieta. Siempre me gustó el posapocalipsis y siempre me gustaron los mundos fantásticos. Nació en una época muy cínica de mi vida y refleja perfectamente la falta de fe en la humanidad, que se troca en viaje fantástico y transmuta la tierra pelada y estéril en algo más. Si tengo que nombrar dos influencias de Heatlands, serían Viaje al centro de la tierra -con todo ese optimismo Welliano y lo efímero de las cosas- y Jurassic Park -puntualmente con la cita del personaje de Jeff Goldblum, ‘Life finds a way’, o sea, la vida encuentra su camino-.

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Family Curse, planeada a dúo entre Viglietti y Mitomante, junto a una plétora de artistas.

Family Curse es una de las cosas que más me gustan hacer y uno de los géneros que más me gusta laburar a nivel historieta. O mejor dicho, es la historieta que al Nicolás de 12 años le encantaría leer. El formato antológico tiene mucho heredado de un montón de obras de ficción en esa misma forma, The outer limits, The Twilight Zone, Night Gallery y Tales from the Crypt por nombrar algunos. También es un homenaje a Weird Tales, Eerie, Creepy, Doctor Mortis y tantísimas revistas pulp de terror y ciencia ficción dura de épocas que nos antecedieron.

Birdman es la prueba empírica de que Ziul Mitomante está clínicamente loco. La idea original y gran parte de los guiones -además de los dibujos- surgen de él, yo disfruto tirando propuestas en los diálogos, personajes y escenas. La máxima que tenemos con Ziul es que nos tenemos que cagar de risa escribiendo el guión para que funcione. Y hablando de funcionar, Birdman generó un estallido de spin-offs inesperados que, por el momento, cuentan entre sus autores a José Arizmendi y Feru Icchi, Fer Calvi y Nicolás Lepka. Hay muchos autores amigos que están contentísimos con la obra y les divierte la idea de meter su propio mutante infeliz en ese universo. Birdman es el patio al que estamos invitando a jugar a quien quiera, con lo que quiera, de la forma que quiera.”

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Birdman, el puntapié inicial para un universo colaborativo y lúdico.

En la actualidad, ¿cómo es panorama de la historieta independiente en Córboba?

“Creo que prometedor se queda chico, aunque tengo que advertir que soy un optimista insufrible. Dicho eso, creo que hay algunos aciertos desde los gestores culturales de la escena local, generando eventos que son puntos de reunión para los que rondamos o generamos el medio, como ser Docta Comics, Subte -en el marco de la Feria del Libro- o Ilustrópolis. Este año se viene muy prometedor, ya que los eventos vuelven con más convocatoria y ganas de enlazar más con ‘el ciudadano de a pie’, abrir la cancha y que no seamos siempre los mismos veinte tomando mate y hablando al pedo. A nivel editorial, tenemos a Le Noise, Atmósfera y los cinco sellos que integramos PrendefuegoHolograma, Gatomadre, Buen Gusto, Mitomante y Contamusa-. Además, tenemos actores independientes como el trío de autores que conforma Culiau! En Córdoba, la publicación autogestiva es muy prolífica, pero ésta es la primera vez en años que hay una diversidad tan grande en cantidad de personas involucradas en la escena local.”

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Niño Negro es la última novela publicada por Viglietti.

¿Cuáles son tus planes para el 2017 en el terreno de la historieta?
“Si todo sale bien y ningún planeta colisiona contra la tierra, éste año tiene que salir Family Curse 2, Orchid -una novela gráfica que estamos haciendo con Kundo Krunch-, y unos cuantos capítulos de Birdman -la cual veremos finalizada este año, idealmente-. Se empezará a dibujar el volumen final de Heatlands y muchas otras historias que no puedo confirmar todavía porque falta que se cierren.

A nivel editorial, Contamusa tiene asegurada una antología innominada para fin de año o principios de 2018, de los autores Cezary Novek y Joaquín Silva, una edición integral de una obra plurinarrativa llamada El Cartero, de los autores Manu Amagi y Lele Lou, y Mundus -una historieta que fue publicada por primera vez en Viñeta 1-, de Mauro Mantella y Mauro Lirussi.

Hay muchos otros libros y proyectos, pero ésos son los confirmados hasta ahora. ¡Muchísimas gracias por esta entrevista!”

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Paula Nuñez: Ciencia Ficción en la Argentina del 2100

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Paula Nuñez, el gran enigma de la Nueva Historieta Argentina.

Paula Nuñez es una de las grandes promesas de la Historieta Argentina, un talento nato a la espera de ser descubierta y que su creatividad explote. Forma parte de un nuevo grupo de historietistas -muchas de las cuales ya formaron parte de este ciclo de entrevistas-, que abrazan la narrativa dibujada desde el género, desarrollando historias inscriptas en la fantásía,  el terror, la ciencia ficción, la aventura, e incluso el absurdo cotidiano, pero sin recurrir a la vertiente autobiográfica o autorreferencial.

Para tener una dimensión de su potencial, Salvador Sanz, ex-profesor de nuestra entrevistada, la definió así: “Paula es una gran dibujante y narradora, siempre supo poner el dibujo al servicio de la narración, de contar una historia, y tiene un mundo personal muy rico en imágenes y en nuevas ideas. Compartimos muchos gustos en común como nuestro fanatismo por Evangelion y el manga. Tengo muchas ganas de ver nuevos trabajos y más largos, espero pronto ver una publicación de ella.

Fecha de nacimiento, edad, y ¿cuándo hiciste tu primera historieta?

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Paula no solo ganó el concurso Ymir 2013, además colaboró en las antologías Psychopomp 2 Bunny Love y Psychopomp 4 Cockfight.

“Nací en 1991 y hoy tengo 25 años. Mi primera historieta la hice en el 2012, su título fue Samsara, y salió premiada en el concurso Ymir 2013.”

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas?

“En 2014 comencé mis estudios con Salvador Sanz en la Escuela Ola, pero ya antes había estudiado ilustración en la Escuela Sótano Blanco, con Andrés Lozano, y también en la EAH -Escuela Argentina de Historieta-, con Hernán Santoro.

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Paula colaboró en los números 4, 5 y 6 del fanzine Espinazo, tal vez el de mayor calidad gráfica de esta década.

Entre mis influencias literarias están Ray Bradbury y también algo de Chuck Palahniuk; después, en Animé, Evangelion, del estudio Gainax; en manga, Dorohedoro, de Q Hayashida; en ilustración, James Jean siempre fue mi ídolo desde que descubrí sus trabajos a los 14 años; y claramente, Salvador Sanz, quien no creo que tenga idea de la admiración que le tengo, jaja.”

¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste y cómo se desarrolló tu trayectoria hasta hoy?

“El primer fanzine del que participé fue Espinazo, y fue parte del proyecto final de la cursada de historieta con Salvador. Sin él no hubiese podido participar, ni formar parte del grupo. Antes, solo había hecho un par de ilustraciones para la antología Psychopomp Bunny Love, de Gutter Glitter.”

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Una secuencia de El Actor, publicada en Espinazo.

¿Cómo fue la experiencia del Concurso Ymir en 2013?

“Increíble, aunque difícil, pero siempre me tuve confianza. Investigué y me documenté sobre montones de cosas para escribirla, aunque al final muchas de esas cosas fueron innecesarias, pero le dediqué muchísima energía al proyecto, y hasta el día de hoy no sé cómo logré hacerlo. No me refiero a ganar, sino a escribir y dibujar esa historia desde cero. Me prometí que si ganaba me iba a dedicar a la historieta y eso intenté hacer.”

Además, participaste de varias antologías de trayectoria en el actual panorama de la historieta independiente: Espinazo, Purple Books y Psychopomp. ¿Cómo surgieron esas colaboraciones?

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Una secuencia de Yume.

“Como comenté anteriormente, lo de Espinazo surgió gracias a Salvador. Luego los chicos fueron muy buena onda conmigo y traté de ayudar con el proyecto lo más posible, me encariñé mucho. Con Purple Books y Gutter Glitter participé mediante concursos o convocatorias. Conocí a los chicos en distintos eventos, y descubrí que tenemos muchas cosas en común, al menos en la forma de ver la industria. Sobre todo Lea Caballero y Paula Andrade, son unos genios, y por el motivo que sea, a ambos les gustaron mis trabajos y los incluyeron en algunas de sus ediciones, por eso, les estoy muy agradecida.”

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Los fanzines Yume, una historia original, y Arg. 2100, recopilando trabajos ambientados en el futuro, se publicaron a fines de 2015.

Recuperaste tus trabajos en dos fanzines, Arg 2100 y Yume. En ellos se puede ver tu predilección por la Ciencia Ficción, ¿es un género que te sale naturalmente? También, da la impresión que algunas de estas historias forman parte de un universo común, ¿Es así? ¿Tuviste alguna repercusión de los lectores con respecto a tus trabajos?

“Eran trabajos que hice para concursos o para proyectos separados, y que decidí compilar. Amo la ciencia ficción, pero no la limpia y blanca, no la sofisticada y recta de pantallas táctiles. Me gusta el desorden, el caos de las máquinas, esa cosa tipo Blade Runner o Inteligencia Artificial, con robots pobres, contaminación y lluvia ácida. Ese es el futuro que me resulta creíble, en ese futuro sí que veo la posibilidad de acción, de amor y de dolor, el otro solo parece plástico. Las historias las uní porque me enamoré de ese universo y de esos personajes, que son mis hijos.

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Página de Viaje, para Espinazo.

Tengo un par de historias desligadas de ese universo, que todavía no lograron llegar al papel, pero quien sabe, ojalá algún día… En cuanto a los lectores admito que soy difícil de contactar y entablar un diálogo, o incluso una relación, pero los comentarios siempre fueron buenos.”

Sabemos que en el 2016 estuviste un poco alejada del medio, ¿tenés planes para producir nuevas historias este 2017?

“El 2016 fue probablemente el año más duro que viví hasta ahora. Para ponerlo en pocas palabras, no solo me alejé de las redes, sino del papel completamente. Imaginate para una persona que dibuja sin parar, en el tren, en el subte, sobre un cartón, en servilletas, en todos lados, dejar de dibujar, de pintar y de crear por un año completo… Sigo superando problemas personales, y me haría muy feliz este año volver a crear algo. En lo que va del año ya hice dos o tres dibujos nuevos, es como aprender a caminar de nuevo.”

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Alfredo Retamar: Historieta en las sierras

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Alfredo Retamar, una de las figuras centrales de la historieta en Tandil.

Desde hace hace más de 8 años, Alfredo Retamar se halla en el centro del proyecto Líder Negativo, un fanzine de calidad nacido en Tandil -lejos de los principales centros  de producción independiente, Buenos Aires, Córdoba y Rosario-, y construido a base de compromiso artístico, que desde hace unos años ha obtenido mayor notoriedad a partir de unirse al circuito de eventos, como Dibujados o Crack Bang Boom. Dueño de un dibujo de línea clásica, pero dinámico, Alfredo no solo colabora con diversos guionistas sino que también escribe sus propias historias.

Fecha de nacimiento, edad, y cuándo dibujaste tu primera historia

“Nací el 6 de septiembre de 1983 en Villaguay, provincia de Entre Ríos. Pero desde mis 3 años vivo en Tandil, provincia de Buenos Aires. No recuerdo exactamente cuándo dibuje mi primera historieta en sí, pero recuerdo que ya dibujaba desde la primaria… Prácticamente aprendí a leer con unos números usados de Batman y los Outsiders, y también con una edición española de Juez Dredd, que mi viejo me compró en una casa de canje. No solo las leí y re-leí, sino que también empecé a copiar determinados cuadros, poses, personajes… Dibujaba en hojas de cuaderno, con lápiz o lapicera azul. En algún momento empecé a armar una carpeta de hojas Canson nro. 3, en las que copiaba y coloreaba a lápiz mis personajes preferidos a medida que leía toda historieta que llegaba a mis manos -algunas de Marvel y DC, muchas de editorial Columba y Record-. En mis primeras historietas, no había guión previo: la idea cambiaba de cuadro a cuadro según lo que tenía ganas de dibujar.”

¿Tenés estudios formales de historieta? Si es así, ¿con quién estudiaste? ¿Cuáles son tus influencias literarias y artísticas a la hora de hacer historietas?

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Segundo número de Historietas en la biblioteca (2001), con tapa de Alfredo.

“En el año 2000, Raúl Echegaray -guión- y Ricardo Garijo -dibujo- dictaron un taller de historieta en la Biblioteca Rivadavia. Este taller devino de una experiencia anterior, a cargo de los mismos responsables, que se llamó Historietas Bonaerenses y que tuvo una publicación homónima en 1999. Nos juntábamos los sábados por la mañana y ahí aprendí a organizar, de alguna manera, el trabajo que lleva hacer una historieta: Guión, planos, anatomía, trabajo en equipo. La dinámica del taller funcionaba con mucha retroalimentación, Garijo nos mostraba sus originales -muy inspiradores- y Echegaray siempre nos alentaba a empezar y terminar nuestras ideas de alguna u otra manera. Fue una experiencia muy positiva. Con varios de los muchachos que asistimos al taller aún mantenemos contacto. El taller dio como resultado dos números de Historietas en la Biblioteca en los que participé con una portada y una historieta por ejemplar hecha en colaboración. Aun así, en paralelo, siempre buscaba -y todavía busco- por mi cuenta la manera de dibujar y narrar mejor.

A la hora de hacer historietas, creo que saco un poco de todos lados. Libros, historietas, música, las noticias. Siempre me gustó leer policiales, novela histórica, ciencia ficción, aventura, fantasía y demás. Disfruto mucho del cine, y paso por todos los géneros y presupuestos, je. Dibujantes que siempre me gustaron e inspiran -sin orden y con riesgo de olvidar ídolos-, José Luis García López, Ernesto García Seijas, Ricardo Villagrán, Cacho Mandrafina, Lucho Olivera, Quique Alcatena, Kevin Nowlan, Brian Hitch, Mike Mignola, Steve Dillon, Enrique Breccia, Jorge Zaffino, Juan Zanotto, Katsuhiro Otomo, Masamune Shirow, entre tantos otros. Realmente no sé si se nota alguna influencia directa, pero sí sé que sus producciones me movilizan y motivan.”

¿Cuál fue el primer fanzine del que participaste? ¿Y cómo se desarrolló tu trayectoria hasta hoy?

“El primer fanzine en el que publiqué fue Historietas en la Biblioteca, en el 2000-2001.

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Primeros 5 números de Líder Negativo (2009-2013).

En 2009, nace Líder Negativo y sus derivados hasta la fecha: el especial Líder Metalero; el pliego Entreacto que presenta historietas de 2 páginas de extensión y un cuento; el cadáver exquisito Líder Colectivo; y una selección de material ya publicado pero traducido al inglés, pensado para el público internacional de la segunda Cyprus Comic Con en la isla de Chipre: Unbounded Tales from Líder Negativo. En estos momentos, está en preparación el número 9 de Líder Negativo, para el primer semestre de 2017.
En 2015, junto a Damián Connelly participé en el tomo 2 de Bujarín y más tarde dibujé La Sombra de Alec Foster, mi primer proyecto largo.

Durante el 2016 y hasta la fecha, dibujo historietas de 2 páginas por quincena para la revista local Agenda Cultura y Espectáculo. De estos trabajos, surge una selección de material bajo el nombre Mínimas que armé para vender en Crack Bang Boom 7.”

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Últimos 4 números de Líder Negativo (2014-2016), una nueva edición está en camino.

Vos estás en Tandil, ¿podés contar cómo es el panorama de la historieta independiente en tu zona?

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Uno de los trabajos de Alfredo para Líder Negativo.

“Sobre fines de los 90, la dupla Echegaray-Garijo presentaron Gurbos. A mi humilde parecer, esa fue la semilla de todo lo que se dio después. En Tandil ha habido experiencias de fanzines de historietas con distinta suerte, sobre todo en la última década. En un momento, hubo una Asociación de Cómic -de la que no participé por atender otras responsabilidades-, que produjo algunos títulos. Como Líder Negativo, hay otros grupos que producen su revista activamente. Pero, salvo algunos eventos específicos -como por ejemplo KABOOM, que fue el primer evento grande, apoyado por el municipio, y que contó con dos ediciones-, no se han dado los espacios, o ha costado tentar al público para poder llegar a mayor visibilidad de las propuestas, teniendo que salir a buscarlos fuera de la ciudad. Aun así, vale destacar que, en este momento, se dictan 4 talleres de historieta y que cada uno tiene una publicación anual donde se exhiben los trabajos de los alumnos.”

Líder Negativo ya tiene al menos 8 años de existencia. ¿Podés contar cómo surgió el fanzine? ¿Quiénes son los responsables? ¿Cómo funciona una colaboración tan prolongada en el tiempo? ¿Cuál es la idea detrás de Líder Metalero?

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Líder Metalero, un curioso ejercicio de adaptación, uniendo música e historieta.

“En 2006, junto con Lucas Nuñez, hablábamos de armar una publicación, de hecho, el nombre Líder Negativo surgió de esas charlas, pero no se pudo por diferentes razones. En el 2009 resurgió la idea pero con más fuerza, quizás porque había más cosas que contar o porque, simplemente, no se podía demorar más. El primer número de Líder Negativo fue un número cero, una prueba piloto. Nos pusimos de acuerdo rápido con Lucas Nuñez, Luciano Nuñez y Ariel Genaro, en cuestión de semanas ya teníamos revista, de una modesta tirada de 50 números. Fue en septiembre de 2009 que, durante la presentación de un corto documental sobre Ricardo Garijo en la Biblioteca Rivadavia, nos ceden un espacio para presentar nuestra publicación. Al término de la proyección del cortometraje, agotamos todos los ejemplares. Motivados por esa recepción, y a un ritmo de publicación anual -debido a que ninguno de los que integran la revista se dedica exclusivamente a esto-, empezamos a armar los números siguientes. En el camino, se fueron sumando a la formación inicial distintos colaboradores y talentos, como Guido Barsi y Gonzalo Grela, que nos aportan guiones; y Darío Moreno, Juan Carlos Thomas, Pablo Nicola, Carlitos Terille -con guiones de Mauricio Gómez- y Emiliano Buzzo aportando arte e ideas. Y seguimos sumando.

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Más exploraciones, el cadáver exquisito de Líder Colectivo y el formalismo de jugar con un tríptico vertical para Entreacto.

Al principio, solo éramos Lucas y yo, contactando a los otros muchachos y, luego, Lucas -que es, además, diseñador gráfico- maquetaba la revista. Estos primeros números sirvieron de mucho aprendizaje. La idea editorial era tener la revista impresa, que sirviera de vidriera para nuestros trabajos y venderla donde y cuando se pueda -pero confinado al ámbito de Tandil-. Es a partir del número 5 donde, además de contactar y coordinar a los muchachos, también me hago cargo -para bien y para mal-, de la diagramación, rotulado, búsqueda de fondos para poder imprimir, y de la distribución -además de escribir y dibujar, claro-. Empecé a viajar a Dibujados, Crack Bang Boom, EPAH, Cyprus Comic Con y algunos eventos más que aguantara mi bolsillo. Gracias a la recepción que ha tenido la revista, todavía insistimos y existimos.

La revista funciona gracias a sus participantes. Los muchachos, además de su faz artística, son excelentes personas, y eso siempre suma. Vamos agregando artistas de manera espontánea, lo que da la alternativa de que si uno no llega con su historieta, publica en la próxima y da lugar a alguien más. Después sí, hay ideas delineadas en cuanto a qué se publica: Las historietas son de temática libre, pero gente de cualquier edad tendría que poder leer la revista sin mayores problemas. La antología gana por su variedad, por eso, siempre se busca abarcar distintos géneros, humor, ciencia ficción, policial, fantasía heroica, aventura, acción, gauchesco, western, reflexiones, bélico, algún cuento en prosa, etc. Tampoco se publican historietas con ‘continuará’, toda historia tiene que ser auto-conclusiva. El primer número tuvo 24 páginas, el último tiene unas 64.

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Cinder, entroncado en la tradición de la Historieta Argentina.

Líder Metalero se origina en 2014. Veníamos adaptando canciones en la revista, pero es en ese año que nos invitan a la primera Feria del Libro Heavy, en la ciudad de Mar del Plata. Para no desentonar, se nos ocurrió hacer una publicación que recopilara esas adaptaciones hasta el momento y sumar material nuevo inspirado en canciones e historietas originales que reflejasen nuestra visión y percepción del rock. No nos fue bien en ese evento, pero por suerte hubo otros, y hoy deben quedar ejemplares contados con una mano.”

Además, participaste de otros proyectos, como Cinder y La sombra de Alec Foster, ¿de qué tratan?

Cinder surge de las ganas de trabajar con Raúl Echegaray y Ariel Genaro. Es una antología de historietas autoconclusivas que también sirve de homenaje a Ricardo Garijo y a la historieta más clásica -con tributo a H.G.O. y todo-. Tanto Raúl, como Ariel, venían trabajando en el proyecto desde hacía un tiempo -que originalmente tenía otro nombre-, entonces me suman y damos forma a la revista que terminó siendo. Es un esfuerzo que se concretó con las mejores ganas, más birras y pizzas.

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Una de las secuencias de La sombra de Alec Foster.

La Sombra de Alec Foster es algo que llegué a dibujar gracias al entusiasmo y confianza de Damián Connelly. Ya había dibujado un guión suyo para la antología Bujarín, y queríamos hacer algo más en conjunto, recuerdo que argumentaba que no sabía si podía dibujar tantas páginas y algún pretexto más. La cuestión es que terminó siendo una experiencia muy positiva y un trabajo al que le tengo mucho aprecio. Es la historia de un músico signado por la tragedia y la desgracia, todo inmerso en un clima de misterio e introspección.”

¿Cuáles son tus planes para el 2017 en el terreno de la historieta?

“El 2016 ha sido bastante conflictivo y no logré dibujar todo lo que me propuse. Este año, la idea es atar esos cabos sueltos -todos proyectos muy interesantes-, seguir con, al menos, dos números más de Líder Negativo; y tratar de sostener un ritmo de producción a pesar de mis otras responsabilidades. El plan es dibujar todo lo que me motive -y pueda-.”

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