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Fanzines que se las traen

Durante la segunda parte del año aparecieron varios fanzines valiosos, tanto por la calidad de su arte como por lo cuidado de sus ediciones, pues en esta época de avance tecnológico, la forma en que una obra se edita influye de manera decisiva en el gusto del público a la hora de acercarse a ella.

Matías Mendoza dibuja, escribe y edita desde hace un tiempo y de buena manera, integrando el equipo de Telecomics y a través del webcomic Vegetare para Atmósfera Editorial. Este año además lanzó dos fanzines que se las traen. Uno de ellos es Nakano y la máquina, contado una historia que mezcla fantasía y ciencia ficción, donde la realidad hiperindustrializada se mezcla con la pesadilla del mito. La visión que propone Mendoza es interesante, es la industrialización la que convierte a los hombres en demonios, y frente a ello, Nakano -que lleva la tragedia en su piel-, decide combatir y llevar a cabo su venganza. El dibujo es sintético pero tortuoso y la puesta en página es intensa, resuelta en pocos cuadros donde los escorzos y las visiones angulares destacan. Los textos son complejos, jungando entre el lenguaje metáforico y  las definiciones contundentes. La presentación sobresale por la elección de materiales, tapa color, insert desplegable en papel de color, e interiores a una tinta en papel misionero.

El otro es El Hambre, que desarrolla una historia de ciencia ficción en una Tierra prehistórica, contando el primer encuentro de nuestros antepasados humanos –australopitecos– con un ser extraterrestre de inteligencia superior. De ese encuentro, se deduce por consecuencia el nacimiento de la conciencia humana, sin embargo lo que interesa es cómo eso sucede. El dibujo se puebla de cuadros pequeños contando una secuencia yuxtapuesta que se resuelve en cuadros a página completa.  Por momentos, el trazo de Mendoza encuentra sus influencias en el Breccia de Mort Cinder y en el Olivera del primer Gilgamesh. Los textos por otro lado, cuentan la historia desde dos puntos  vista distintos, el extraterrestre y los monos, y demandan atención por parte del lector. La presentación es impecable, tapa color, un prólogo en papel de color celeste e interiores a una tinta en papel amarillo. En resumen, Nakano y la máquina y El hambre son dos joyas.

Este año, el bueno de Kokin Kokambar, amén del recopilatorio de El Capitán Supositorio, lanzó un publicación secuenciada de nombre Historietas Extraorinarias, en formato apaisado (20,5 x 9 cm.), a razón de una tira por página. Kokin es la demostración cabal que para ser un buen historietista no hace falta ser un dibujante eximio o  un guionista fenomenal, sino tener una buena idea y saber llevarla a cabo. Y en eso está todo, desde la elección del formato singular que realza y pone foco de manera individual en cara tira hasta desarrollar varias historias paralelas que van entremezclándose hasta ser solo una. Así, el autor juega a despistar para después unir las piezas y hacer que todo encaje sin forzar las situaciones. El dibujo muestra progresos en la síntesis, y los diálogos son siempre ingeniosos manejando la parodia con soltura. El universo de Kokin es particular, plagado de cafeteros y vendedores de panchos, que atestiguan o son parte de un mundo descabellado y ridículo, donde la estupidez está al servicio de la risa de manera inteligente. Para hacerla corta, Historietas Extraordinarias te lleva a buen puerto.

Si de regresos con gloria se trata, Pablo García y Jorge Blanco vuelven a la carga con Camulus, el dios céltico de la guerra y guardián del Tír na nÓg. Para andar sin rodeos, la historia es una de las mejores del personaje y, también, de las más necesarias, puesto que después de 19 años de andanzas en publicaciones esporádicas, una puesta al día con los lectores se hacía imprescindible. Con una tapa potente y a lo largo de 24 páginas, plagadas de cuadros a página completa en riguroso blanco y negro, García repasa la historia de Camulus, con textos en primera persona, que ponen los hechos al alcance del lector, manteniendo la tensión narrativa y sin caer en obviedades; mientras que Blanco logra desde el dibujo uno de sus picos artísticos, haciendo de este fanzine la antesala ideal para la edición definitiva de El dios fugitivo, la historia que quedara inconclusa tras la cancelación la revista Magma, allá por el 2009, y que está anunciada para el año que viene en formato libro. Dicho de otra manera, la Saga de los dioses sirve de puerta de entrada para uno de los grandes personajes del cómic independiente argentino y te deja con ganas de más. No es poco.

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